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lunes, 13 de junio de 2011

¡Boludo!

Hace un par de días llegué de Buenos Aires. Fui con Marc. En principio íbamos a ir 3, pero Arami tuvo problemas con sus billetes y tal, así que al final hemos ido Marc y yo mano a mano. Me lo pasé genial, es un fantástico y divertidísimo compañero de viaje. Para el que no lo sepa, Marc es uno de los Exchange students de Esade en FGV.

Bueno Aires huele a carne a la brasa y parece Europa. Concretamente, diría que se parece a Madrid. El espíritu de la ciudad digo. Claro que en Madrid no huele a carne a la brasa, ni tiene mar, ni se comen alfajores y las “medialunas” no están rellenas de cantidades ingentes de dulce de leche.
El dulce de leche merece un párrafo para él solito. ¡Meu Deus, qué bueno está el dulce de leche en Argentina! A mí el dulce de leche no me gustaba hasta que llegué a Buenos Aires. Las cosas en Brasil son más dulces, ergo el dulce de leche es puro azúcar. En Buenos Aires es mejor que la Nutella. Mucho mejor. Marc y yo tomamos dosis de dulce de leche al menos una vez al día. Cuando no era alfajor (qué rebuenísimos), era medialuna rellena.
Mención aparte merece también la elegancia de la gente en general. Así como en las ciudades brasileñas -en general- el estilo brilla por su ausencia, en Buenos Aires da gusto pasear por la calle y ver a la gente bien vestida. Yo diría que el 60% de los hombres llevan americana y corbata, y  los demás llevan sólo camisa, pero camisas bonitas. Y los que no llevan ni traje ni camisa también se visten con estilo. Y llevan mocasines bonitos y cinturones bonitos, y abrigos bonitos y van bien peinados y…eso. Que da gusto, oye.
Decía que se parece a Madrid por el estilo de la gente y también por los nombres de los lugares. Serrano (aunque en BA es una plaza, no una calle), Callao, Colón, Recoleta (en Madrid Recoletos), tienen un barrio que se llama Retiro…
Arquitectónicamente hablando también le da mil doscientas vueltas a cualquier ciudad de Brasil. Del cono Sur en general, casi me atrevería a decir. La llaman el París de América del Sur, por algo será. El teatro Colón recuerda a cualquier ópera europea. La sala principal es un poco como la Scala de Milán pero más grande y los salones son como el Palacio de Versalles en pequeño; la avenida 9 de Julio –según el taxista, la más ancha del mundo- quiere parecerse a los Campos Elíseos de París. Hasta tienen un obelisco. Los barrios modernos, como Palermo, son una mezcla entre Brooklyn, Chelsea, el Borne y Prenzlauer Berg. De estética un poco underground pero a lo pijo. Calles adoquinadas, con aspecto de antiguas fábricas, tiendecitas vintage y no vintage pequeñitas, librerías, galerías de arte, barecitos, boliches (discoteca en argentino)… los sábados hay un mercadillo y se llena de gente. Cuando digo que se llena es que se llena muchísimo. Casi no se puede caminar por la calle de lo lleno que está.
El mítico barrio de La Boca es bastante curioso así en general, aunque tengo que decir que me decepcionó un poco. Extremadamente turístico. Es como pasearse por Lloret de Mar, sólo que en Argentina y con casitas de colores. Ni Las Ramblas barcelonesas están tan preparadas para el turismo. Pero vaya, fue agradable porque alquilamos bicicletas (Marc estuvo todo el día sufriendo pensando que me iba a matar, porque yo no miraba antes de cruzar) y paseamos también por San Telmo, que está lleno de anticuarios, y por Puerto Madero, que recuerda a Dublín hasta en el puente de Calatrava.
Una de las noches visitamos a Gilles, un belga que estuvo el cuatri pasado en São Paulo y que ahora está haciendo prácticas en una empresa que se dedica a comercializar vino en Buenos Aires. Fuimos a su oficina –que era chulísima, una lástima no llevar la cámara encima-, nos bajó a la bodega y abrimos una botella de vino y otra de espumoso, luego cenamos unas empanadas y después nos sacó de fiesta por Palermo. Marc aguantó toda la noche, yo me fui a dormir prontito.

En resumen, que Buenos Aires es una ciudad ideal para pasear -las calles son anchas, los edificios bonitos, hay parques en todas partes y la gente es estilosa- para comer –asados, dulce de leche, empanadas, alfajores, medialunas, chori-panes, pizzas rebuenísimas, milanesas y… no acabaría nunca…- y para salir.
Otra cosa muy graciosa es que al metro le llaman “Subte” y que los paseadores de perros se juntan en las plazas por las mañanas. Y cada uno pasea unos 10 perros, así que todos juntos serán unos 150 chuchos. Gracioso.
Me ha encantado. Me ha gustado más que Brasil, y definitivamente, muchísimo más que São Paulo, con la que tengo (igual que todo el mundo) una especial relación de amor-odio: Me lo he pasado genial aquí, pero es una ciudad ruim para caralho y encima, no tiene mar. Lo que decía, que Buenos Aires me ha gustado muchísimo más que Sampa, pero tengo que reconocer que ya estaba ficando con saudades do Brasil e de falar português. A pesar de lo feo y de lo hortera, a pesar de todo. Tantísimo lo echaba de menos, que le dí al pobre taxista un auténtico speech sobre mi vida en dicho idioma y me dí un paseo por Paulista nada más llegar.

El mismo domingo Geevitha llegó de Francia y la recibimos con una copiosa cena en mi casa. Y Marc no ha podido coger el avión de vuelta a Brasil por culpa de la nube de humo causada por un volcán chileno (yo volví un día antes), así que va a pasarse 35 fantásticas horas metido en un autobús. Lo compadezco. Espero que vosotros también.

Suficiente, otro día os cuento más.

miércoles, 1 de junio de 2011

Presentación en portugués

Se me olvidó contaros lo tremendamente mal que lo pasé la semana pasada. Tuve presentación en portugués. Sí, señores, me puse nerviosísima. Es que… presentar en un idioma que no dominas delante de 20 personas que sí lo hacen… no es tarea fácil.
La cuestión es que, a pesar de que me aprendí de memoria todo lo que tenía que decir –cosa que no hago nunca en español-, al ponerme delante de la clase se me olvidó todo. Así que prácticamente acabé leyendo de mi  chuleta. Terrible. Me puse roja como un tomate, luego a sudar cosa mala, tuve que sacarme chaquetas, bufandas y parecidos y acabé cambiando a inglés después de disculparme.  Evidentemente entre risillas empáticas de mis compañeros, que agradecí. Muy bochornoso en general.
No es que no sepa bastante portugués ya (no soy ninguna experta pero no lo llevo mal)… el problema es que hablo portugués da rua, de calle. Puedo mantener una fantástica conversación con amiguetes sobre el sexo de los ángeles, pero hablar sobre un relatório de sustentabilidade llamado GRI es otro tema. El vocabulario business me baila bastante.
Pero de todo se aprende, la siguiente irá mejor. 

domingo, 22 de mayo de 2011

Portugués para hispanohablantes idiotas

Circunstancias de la vida, mi humor y yo no hemos estado muy por la labor de manteneros informados. Lo cierto es que, debido a acontecimientos que no vienen al caso, mi existencia ha adolecido encefalograma plano estas últimas semanas. Mi tiempo ha trascurrido bastante entre té, tabaco y libros. No siempre juntos, no siempre sola. La cuestión es que no he hecho nada que merezca –o deba- ser escrito, así que eso. 
En realidad, ayer NO fui a una fiesta que SÍ lo hubiera merecido. Así que hoy NO tengo experiencia que contaros. Por eso voy a daros una clase de portugués.
Pero antes voy a contaros un poco sobre la fiesta y el motivo por el cual no fui, para no dejaros con la duda.
No fui porque, por si aún no lo habéis deducido, soy un desastrillo. Y como buen desastrillo, perdí la entrada –me di cuenta cuando ya estaba vestida, pintada y acicalada (esta palabra me encanta). Comprar la entrada en la puerta de nuevo hubieran sido como 200R$, a lo que hubiera tenido que sumarle gastos de transporte –taxi, vaya- y blablablá…además llevo –llevaba- unos días sin tomar mis pastillas de hierro, lo que me provoca algo así como profundo cansancio sostenido, sumado a mi situación psicológica desanimada… y eso, que no tenía yo el cuerpo para mucha fiesta. Así que decidí que no iba a ir. Fui al copeo toda mona y luego a la camita. Me pareció buena idea entonces, reconozco que me arrepiento. Por lo visto fue algo parecido a Sodoma y Gomorra. Si me arrepiento de no haber ido no es sólo porque podría haber recuperado mi inversión en forma de descomunales dosis de alcohol o porque quisiera haber sido partícipe de tan lujurioso espectáculo, sino porque de haber estado allí, podría haber sido testigo de muchas de las situaciones que ahora mis amigos me cuentan y que tengo que escuchar con fingida impasividad, como si no me estuviera dando dentera.
Podría haber resumido las dos últimas oraciones en una palabra: envidia. Pero me gusta la rimbombancia. Por cierto, no estoy sumida en ninguna depresión, que nadie se alarme.
La cuestión es que no fui. Y si hubiera ido podría estar contándoos como de enooorme era el local o lo salidos que iban los hombres en general – huelga decir que ese es el estado natural del 80% de los machos brasileños-  o lo alarmantemente cortas que son las faldas de las brasileñas o como fui testigo de una pelea de chicas en el baño o como de bien sienta que saquen desayuno a las 7 de la mañana. Pero no. Así que allá vamos:

Portugués para hispanohablantes idiotas. Lección 1.
                                  
El español y el portugués comparten el 80% del vocabulario. Pero no os emocionéis, que suena más bonito de lo que en realidad es. Para hablar portugués uno tiene que trasladarse como 400 años en la historia de la lengua española. Me refiero a que en portugués usan palabras que podríamos catalogar como  vocablos en desuso del español. Venga, ejemplitos, que eso ayuda a interiorizar conceptos:

-          Achar.  Significa creer, pensar (en sus acepciones más dubitativas. No dicen “Eu acho em Deus”, eso suena rarísimo) o decir (conjugado en condicional) y se parece mucho a nuestro fantástico hallar (pronunciado por un argentino), que ya no usa ni Peter y que para nosotros significa encontrar. Nótese que en catalán sí se usa trobar.
Eu acho que você é muito legal à Creo que molas mucho.
Você tem as minhas chaves? Acho que tenho à ¿Tienes mis llaves? Diría que sí
A gente acha que é melhor assim à Pensamos que es mejor así.
[A gente = nosotros]
-          Precisar. Vale, este no se trata de un arcaísmo en toda regla pero… ¿teniendo “necesitar” quien usa “precisar”? Los brasileños.
… y tantos otros que ahora no recuerdo.

Portugués para hispanohablantes idiotas. Lección 2.

Si el español antiguo no funciona, usa el catalán o las pocas nociones de italiano que tengas. Ejemplos:

-          Agujero en catalán es forat. En portugués es furo.
-          Lençóisà Llençols. Sábanas.
-          Joelhoà Genoll. Rodilla.
-          Grosso à Grosso en italiano. Grueso.
-          Fome à Fam. Hambre.
...etc, etc, etc.


Portugués para hispanohablantes idiotas. Lección 3.

Llega el capítulo de la dicción.
·         En portugués la ele existe pocas veces. Isabel es Isabeu, legal es legau, filme se pronuncia fiumi.
·         Esa es otra: la “e” final la cambian por una “i”, o simplemente no la pronuncian. Boa noite à Boa noich. Bifeà Bifi
·         La “o” a final de palabra se pronuncia “u”: Tenho à Tenhu. Trabalho à Traballu.
·         Pocas des son des como Dios manda. Las transforman en ges. Faculdadeà Facuudagi. Direitoà Gireitu.
·         ão: “a” super nasal (tienes que notar que te vibra la pituitaria) seguida muy rápidamente de una “u”. El diptongo brasileño por antonomasia.  Locacão à Locasau. Joãozinho à Xuauzinhu. Opçãoà Opsau
·         Si hay una sola erre, se pronuncia como en inglés, sin baterla contra el paladar. Si hay dos o la erre está a final o inicio de palabra, se pronuncia como en francés, desde la garganta.

Y esto es todo por hoy amigos. De regalo,  os dejo unas pocas locuciones de lo más útiles para la vida diaria en Brasil.


-          Oi! à Es algo así como hola. Puedes decirlo al teléfono, solo para llamar la atención de alguien o para sustituir tan típico saludo.
-          Tudo Bem? à Literalmente –como supongo que habréis entendido solitos- significa “¿Todo bien?” pero es más bien como un “¿Qué tal?”. Lo que dicen al saludar. Hay un gran surtido de opciones para responder. Allá van algunas:
o    Tudo bom!
o    Beleza!
o    Tudo tranqüilo!
o    Ótimo!
o    Com saúde!
o    Valeu!
o    Joia!
o    Tudo certo!
...y tantas otras. Nunca responden lo mismo que se les pregunta, por mucho que lo intentes.
-          Porra! à ¡Mierda!
-          Isso! à ¡Esto! (como… ¡a eso me refería!)
-          Com certeza à Seguro.
-          Fica a bondadeà Como si estuvieras en tu casa, tanto como quieras, dispón.
-          Não acredito! à ¡No me lo creo!
-          Vai se foder! (Fodase!) à ¡Que te jodan!
-          Pra caramba/caralho à Más que mucho. Ej. Foi engraçado pra caramba (Fue muy, muy divertido. Divertido de cojones, vaya).
-          Moço(a)/Menino(a)/Garoto(a)/Garotinho(a)... à chico(a).

Otra cosa curiosa es  que a los brasileños les gusta mucho la redundancia. No responden “sí” a las cosas, sino que usan el verbo que acabas de utilizar para formular tu pregunta. Les preguntas… “¿Você gosta do suco de maçã?” Y uno espera que le digan “sim” o “não”. Pues ellos, más chulos que un ocho, te responden...”gosto”
Y en cuanto a ortografía…desaprende lo que aprendiste en el colegio. En portugués, delante de r…v (Livro), por ejemplo.


Enough for today. Aquí estamos todos locos.

martes, 15 de febrero de 2011

Caipirinha por aquí, caipirinha por allá

Esto es demasiado divertido para ser realidad. Desde que tenemos piso (aún no nos hemos mudado pero tenemos piso) veo la vida de otro color. Y empiezan a rodar las caipirinhas. Que además de estar tremendísimamente buenas, son muy, muy baratas. Aquí una botella de cachaça cuesta 5 R$, que son menos de 2,5 euros. El alchol está tirado de precio.

Voy a explicar mis últimos 2 días (hace dos días que podría decirse que tenemos piso) cronológicamente, que no tienen desperdicio. Yo quiero que mi vida sea siempre así.
Domingo: Por la mañana fuimos a Ibirapuera con los exchange para get to know each other, que no estuvo mal, pero lo mejor llegó por la noche. Nos llevaron a ver el ensayo de una escuela de samba. En las escuelas de samba no enseñan a bailar samba, el nombre engaña. Son más bien clubs de gente que baila samba. En carnaval, todas las escuelas de la ciudad compiten por ser la mejor, y ésta en concreto practica todos los domingos. Y uno paga 20R$ y puede entrar a ver cómo cantan y bailan una y otra vez la misma canción.  No puede ser más divertido. Cervejinha por aquí, cervejinha por allá y acaba uno bailando samba como el que más. La samba son básicamente movimientos espasmódicos acompañados con juego de pies. Pie adelante, y luego hacia fuera, adelante y hacia fuera y mientras mueves los pies meneas el pompis como si estuvieras convulsionando. Nada fácil. Ver a un taiwanés llamado Lego moviendo el culo NO TIENE PRECIO. Es impresionante la velocidad a la que mueven el cuerpo especialmente las negras, no se puede seguir su ritmo, es imposible.
He estado buscando un vídeo que le haga justicia, pero no hay manera. Os pongo este que por lo menos se oye la canción. Dentro vídeo:

Aquí la letra del estribillo, por si os hace ilusión cantar:

Feliz da vida, lá vem o Bixiga
Exemplo de domunidade
A Música Venceu
O dom é luz que vem de Deus
Da emoçao Va-Vai resplandeceu

Luego me tomé mi primera caipirinha en Brasil. Y con media ya iba de lado. Las carga el diablo. Y cuando bebo me entra incontinencia verbal y os podéis imaginar el show. Así en resumidas cuentas obligué a un pobre hombre de máster a que me pidiera matrimonio.

Lunes:
Empezaron las clases. La primera, Estratégias de negocios sustentáveis - Estrategias de negocios sostenibles- fue en portugués, y yo lo entiendo todo pero no hablo nada. Y fue una clase súper participativa, de hecho, no había mesas y todo el mundo estaba sentado formando un círculo… y yo pues no pude decir nada. Muy interesante, de todos modos.
La segunda, Brazilian economy,  fue en inglés y no estuvo mal. La profesora es alemana, habla el inglés bastante mal y con un tono de voz bastante bajo, y yo estoy medio sorda, así que me cuesta dios y ayuda entender qué dice. Tenemos que hacer case studies en grupo, y el mío mola bastante. El taiwanés, que es único, Rafa –un brasileño que estudia en Esade y está en SP de intercambio también, Clara –una francesita de HEC la mar de mona, y digo francesita porque es de tamaño reducido-  Priscila – una brasileña que dejó la uni porque se quedó embarazada, ha tenido a su niña y ha vuelto a estudiar-, y yo. Me gusta mi equipo.
Después de clase fui a beber cervejinhas con unas brasileñas. En Brasil sólo se habla de 3 cosas: Sexo, drogas y playa. Y de todo se habla muy explícitamente, así que empezaron a contarme a mí – que acababan de conocerme- cómo fueron, detalladamente, sus últimos encuentros sexuales. Y yo no sé las demás mujeres españolas, pero en mi grupo de amigas no damos tanto detalle. Fue violento y gracioso al mismo tiempo. Y todas están enamoradas de Juan, ya tiene grupo de fans.
Y por la noche caipirinha por aquí, caipirinha por allá… 

Hasta aquí, otro día... ¡Más!

miércoles, 9 de febrero de 2011

Vuelo y primeras impresiones

Sao Paulo es alucinante, pero os cuento más adelante, primero el viaje. Facturación, despedida con llantos y...todo muy normal hasta que embarqué en el avión de Roma a Sao Paulo. Me tocó sentarme al lado de una italiana enoooooooorme que no dejaba de levantarse para ir al baño, lo que nos era (tanto a ella como a mí, puesto que tenía que ayudarla) muy complicado debido a su tamaño. Además, la mujer no dejaba de hacerme preguntas. Yo chapurreaba italiano y ella lo intentaba con el español, y más o menos íbamos entendiéndonos. Estaba hasta las narices de contarle a todo el mundo la misma historia, así que a ella le dije que el objetivo de mi viaje a Brasil era monitorizar el ciclo reproductivo de las tortugas blancas. Y se lo creyó. La mentirijilla dio para una hora de conversación. Fue gracioso.
La televisión de mi asiento funcionaba más bien mal, así que me dio tiempo a leer bastante. Hasta aquí el tema vuelo. Para variar no perdí aviones ni me robaron maletas ni me pasó nada malo. Voy a por Sao Paulo.

Sao Paulo es gigante. Más que gigante, gigantísima. Impresionante. Tardé 1.30h en llegar desde el aeropuerto a mi hotel y eso que el aeropuerto está cerquiiiita de la ciudad, y desde mi habitación, en el 20º piso, no alcanzo a ver el final. Hasta que encontremos piso estamos viviendo (Juan y yo – Juan es mi compañero de intercambio) en Jardins, un barrio cercano a Avenida Paulista que es algo así como la zona pija de la ciudad, sin ser el barrio de las mansiones. En este lugar huele a América Latina. Esperaba que no fuera tan exagerado, quizás porque hablan portugués, pero el caso es que es muy latino esto. Las aceras no están adoquinadas, los edificios están construidos como a golpes, sin ton ni son, y entremedio hay casitas la mar de adorables de colores. Y cambian los carteles de la carretera sin arnés y a 40 metros de altura. El contraste social es muy, muy evidente. O muy ricos, o muy pobres, aquí no hay intermedios.
Y hay cucarachas. A saco y por la calle. Y los contenedores son así pero en sucio y en lleno:

Me encanta. Hace un calor tremendísimo y me paso el día andando de piso en piso pero me encanta.

Esa es otra, el asunto piso. En las últimas 36 horas me habré pasado 24 buscando piso. Sin suerte. Para 4 (la idea inicial era vivir con dos franceses la mar de simpáticos), para 2 y hasta para 1. Sin suerte, como digo. Ayer la búsqueda estuvo divertida. Un brasileño japonés (no sabéis lo raro que es ver a un japonés que no habla japonés) nos enseñó el primer piso, y acabamos liándolo para que nos enseñara más en su Volkswagen azul marino del año de la Quica. Juan se lo pasó bomba con el hombre. Le decía que en Sao Paulo había que abrir una residencia de estudiantes, y que podían asociarse para construir una, a lo que Walter (el japo se llama Walter, tiene cojones) respondía con sonrisitas niponas. La situación era realmente divertida, una pena no haber hecho foto.

Avenida Paulista, decidme si no parece Manhattan
Hoy en cambio ha sido un peñazo. Hemos visto un piso increíble en un condominio (significa que hay seguridad, piscina, gimnasio y demás) al lado de la uni, pero era carísimo y no podíamos entrar a vivir hasta final de mes, así que nuestro gozo en un pozo. El resto del día lo hemos pasado al teléfono.  “Olá, bom dia, chamo por la locação de un apartamento na Rua xxx pra duas pessoas. El apartamento e mobiliado?”(no sé qué tal lo habré escrito) ha sido la frase más repetida de la jornada. Y le pongo un acento brasileño que da el pego, así que luego tengo que decir… “Não sou Brasileira, eu sou Espanhola e não falo português… pode repetir?”. Alquilar sólo para 5 meses está complicado, pero no perdemos la esperanza

Hemos comido la mejor piña del universo. Otro nivel. Y la uni es genial, pero eso lo dejo para otro día. 

Otro día os cuento más. 

domingo, 23 de enero de 2011

Poco a poco se anda todo

Estoy matriculada. Entre asignaturas en inglés sobre economía brasileña o Márquetin para low income consumers voy a cursar también una de operaciones en portugués (operaciones no tiene nada que ver con abrir gente en canal, es uno de los departamentos de la empresa). Y no tengo ni idea de portugués aún, así que habrá que ver qué tal lo paso las primeras semanas. Pero oye, ya que estoy, aprovecho para aprender el idioma…y forzarme a estudiar en portugués es la mejor manera. Evidentemente voy a hacer un curso de portugués, pero no es lo mismo aprenderlo rodeada de guiris que rodeada de nativos, está claro.
Es fantástico porque tengo pocas horas de clase a la semana, aunque dispersas… y los viernes no tengo clase, así que mi fin de semana es largo. Creo que voy a usar las horas muertas para ir a clases de samba. Ya os contaré cómo avanzo.

Mañana voy a la embajada a solicitar el visado. Sí, sólo queda una semana para irme, pero mejor tarde que nunca, ¿no? Y es que con todo el papeleo que me han hecho hacer, era materialmente imposible que pudiera ir antes. Señores, soy la ciudadana más atendida de la oficina de atención al ciudadano de Sarrià-Sant Gervasi, sin duda. El señor que atiende para darte el número (no, no hay una máquina que haga eso) ya se sabe mi nombre. La última vez me recibió con un “¿Qué quieres ahora, Isabel?” y puso los ojos en blanco. Pero no es culpa mía, de verdad. Es culpa del ministerio de justicia. En la web del ministerio dice bien clarito que el certificado de antecedentes penales y el de últimas voluntades se recogen en atención al ciudadano. Pues es una mentira. Cuando llegué allí, el señor que ya se sabe mi nombre me dio un papel con la dirección del lugar al que tenía que ir, y no se dignó a darme instrucciones. Y yo intenté buscarlo en google maps con el móvil pero como hay que ir hasta el fin del mundo, pues evidentemente no conocía las calles de la zona, así que no sabía a dónde tenía que ir. Al final descubrí como llegar, pero fue toda una aventura. Después de encontrar el lugar, rellenar el impreso de solicitud, ir al banco, chuparme una cola de literalmente 45 minutos  para pagar 3,52 euros de mierda y otro buen rato de espera hasta que tocó mi número… entonces va y una señora bastante desagradable me da un papel que dice “En el día de la fecha, consultada la base de datos del Registro central de Penados, no constan antecedentes penales relativos a doña Isabel Raventós Martí”. ¡Oh, qué sorpresa! Venga hombre, si lo llego a saber lo escribo yo en mi casa. Y encima, me apuesto un ovario a que ni siquiera consultó tal base de datos. Segurísimo que no.
Además...me pregunto para qué quiere el consulado ese documento...¿Es que si tuviera antecedentes no me dejarían entrar? Aunque tratándose de Brasil...quizás es precisamente lo contrario.
Y en atención al ciudadano de Barcelona no te dan el certificado de empadronamiento si no eres barcelonés, así que mañana me despertaré a las 6, a las 7 cogeré un tren a Lérida, iré a atención al ciudadano leridano, pediré el certificado de empadronamiento, volveré a Barcelona a las 10 e iré al consulado brasileño. Ya os contaré qué tal la experiencia.

Llevo toda la semana de despedidas emotivas, pero eso se merece una entrada, así que otro día escribo al respecto. Y parece que Alejondra va a venir a verme a Brasil, pero también mejor lo escribo en otro momento.

domingo, 9 de enero de 2011

Documentarse es importante: Sao Paulo y otros asuntos

Sao Paulo es la metrópolis más grande de América del Sur y el principal centro financiero del país. Según mi prometido, Mr.Google-que-todo-lo-sabe, la ciudad tiene unos 18 millones de habitantes. Algo así como 9 veces Barcelona; se me desencaja la mandíbula solo pensarlo. De verdad espero que toda esta gente esté bien repartida por el territorio. Odio las multitudes, me sacan de quicio. Parece que siempre andas a contracorriente y es entonces cuando empiezo a resoplar y me entran sudores fríos. Quizás es porque crecí en el campo entre maíz, gallinas y pavos reales (sé que os da envidia porque fue una infancia de película y sí, en mi jardín había –hay- pavos reales). Al tema: Se ve que el transporte público no es su fuerte, que el metro es pequeño comparado con la ciudad y a pesar de todo es el mejor del continente. Lo usan 3,3 millones de personas diariamente. Pero seamos sinceros, allí abajo no tienen economías especialmente boyantes (aunque en Brasil apuntan maneras) que puedan permitirse modernísimos sistemas de transporte público a la europea. Bah, en realidad el metro de Barcelona es más bien una mierda, así que no me voy a quejar más del de Sao Paulo, fundamentalmente porque todavía no lo he visto.  
No sé donde leí o escuché que hay unos 25 asesinatos diarios en la ciudad. ¡Fiesta! Lo cierto es que poder ser asesinada de un tirotazo en la sien añade emoción al asunto. De algo hay que morir oye, y mejor ahora que no tengo hijos que mantener, ni marido que me eche de menos, ni hipoteca que pagar... ni obligaciones serias que cumplir así en general. No, no me quiero morir en Sao Paulo -de hecho, es posible aunque no probable- pero si ocurriera… enterradme en San Miguel (el lugar donde crecí), sin ataúd si puede ser. Y si no puede ser, pues le decís a la administración que se lo metan por el culo y me enterráis sin ataúd igualmente. Mi cadáver habrá viajado desde Brasil hasta España y tendrá que aguantar vuestra lucha contra la burocracia, así que cuando llegue el momento de hacer algo con mi cuerpo ya estaré a medio podrir y seguro que a quien sea que se dedique a meter los cuerpos en los ataúdes le dará asco hacer lo mismo con el mío, lo cual será fantástico, porque tendréis una excusa para enterrarme sin él. Ups, que tono tan macabro está tomando esto. No quiero que nadie que haya perdido a alguien cercano últimamente lo tome como una burla, es sencillamente lo que quiero que hagan con mis despojos en caso de que me pase algo en la otra mitad de la tierra. Además, hablar abiertamente de la muerte es sano. Caga hasta el rey. Nos vamos a morir todos, quiero decir.
Sigamos con Sao Paulo. Curiosidades: Fue fundada como misión jesuítica. Posee la mayor flota de helicópteros del mundo después de Nueva York. También es la tercera ciudad con más rascacielos, después de Hong Kong y Nueva York (¿Os habéis fijado? Los pobres siempre van después de Nueva York, me pregunto si eso habrá influido de algún modo en la personalidad de sus gentes). Tienen caimanes albinos en el acuario. Se producen 17.000 taquitos de sushi por hora. Es donde se encuentran las mayores colonias japonesa, italiana, española y portuguesa fuera de los países a los que corresponden dichos gentilicios. Tienen el mayor templo budista de América latina. La mayor biblioteca cuenta con 150mil libros, toda una fuente de sabiduría –me va a venir al pelo para aprender el idioma. El 60% de los millonarios brasileños viven en Sao Paulo (a ver si consigo casarme con uno). Sólo el 0,5% de la población es amerindia, es toda una ciudad colona, porque el 70% son blancos. Señores, Sao Paulo NO tiene playa, una auténtica desgracia. Pero lo mejor es que Sao Paulo MOLA, y mucho.
Tiene muchos teatros y una orquestra sinfónica fantástica. Me muero de ganas de ir a ver lo que sea al teatro municipal. Yo diría que se parece ligeramente al teatro real de Madrid. Aquí os dejo una foto, mirad qué preciosidad:


Y ahora, datos desconsoladores: A pesar de que se conocen más las Favelas de Río (probablemente por la película Cidade de deus), en Sao Paulo hay más de 2 millones de personas vivendo en favelas, frente al casi millón y medio de Río de Janeiro. En el término municipal de Sao Paulo hay unas 615. Supongo que ya lo sabréis, pero por si a alguno se le escapa... las favelas son aglomeraciones de viviendas informales y precarias que nacen entorno a las ciudades grandes de Brasil. Es lo que nosotros conocemos como barriadas, los anglosajones denominan Slums, el resto de América las llama Pueblo Joven o Villa Miseria (no puedo evitar que este último me resulte divertido) y los indios se refieren a ellas como Bustees. Por lo visto el documental Favela Rising  las retrata bastante bien. No lo he visto, así que esto no es una recomendación.
Vamos a cosas menos funestas: al contrario de lo que muchos creéis, allí no hace calor todo el año. Sao Paulo tiene un clima SUB-tropical, que no tropical chicos. La temperatura media anual es de 19ºC y en julio no van en bikini porque es invierno. No es invierno de abrigo de piel de oso polar y manoplas de plumas de pingüino imperial, pero sí de chaquetita de lana, ¿nos entendemos? En 1918 nevó, ¿Quién sabe si podría repetirse?
Otra cosa graciosa: resulta que los brasileños andan debatiendo si la felicidad es un derecho constitucional. Se plantean estas cosas porque según no-se-qué publicación son una de las naciones más felices del mundo, así que supongo que quieren institucionalizar su genuina singularidad. Nosotros no lo hacemos porque no lo somos -los más felices del mundo, digo. Sencillo.
El portugués: me resulta difícil decir que en Brasil hablan portugués y no brasileño. No es que no entienda el concepto, es que mi cerebro me engaña. Por la misma regla de tres, en Bolivia deberían hablar boliviano, en Panamá panameño y en Argentina argentino, sin embargo no me cuesta decir que ellos hablan español. ¿Será que estoy poseída por el espíritu de un colono de la península? Ah, y es increíblemente fácil de leer. Qué pena que no pase lo mismo con el habla. “Sur” es “sul” en portugués, por algún motivo me hace mucha gracia.
Aquí os dejo las coordenadas de Sao Paulo, por si alguien quiere enviar un misil o buscar la ciudad en Google Maps: 23°32′56″S 46°38′19″O.
Ya basta. Otro día más.