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jueves, 1 de diciembre de 2011

Varios despropósitos

Jimmy Stark (así se llama mi coche, como el protagonista de Rebel without a cause) y yo estamos pasando una mala racha. Dice que no le presto atención y tiene razón, porque últimamente estoy más despistada de lo que debería.
 Todo empezó el sábado.  Salía yo de casa en dirección a Harrod’s para comprar kiwiberries (minikiwis que solo venden en Harrod’s por razones que no alcanzo a entender dado que no son excesivamente caros y están rebuenísimos. Tenéis que probarlos, se han convertido en mi fruta favorita del mundo. Os he puesto el link  para que los veáis)… iba yo a comprar kiwiberries cuando me llamó mi jefe. Y me dijo que la grúa se había llevado mi coche por aparcarlo donde no debía (porque no me fijo y aparco donde me da la gana, básicamente), y que tenía que ir a rescatarlo. Así que mi gozo en un pozo. Me quedé sin disfrutar de lo bonito que es Londres cuando hace frío y Sol…y me monté en un tren dirección Canterbury para sacar a Jimmy del depósito de coches. Me cobraron unas fantásticas £150. Os juro que noté como una daga cruzaba la piel de mi pecho, atravesaba mi musculo pectoral, rompía mi pericardio y se clavaba en el miocardio, rasgando el endocardio y agujereando mi aurícula derecha. Qué gráfico, ¿verdad? Qué dolor. Pues eso. Y perdí el día entero y cuando llegué de vuelta a Londres ya era de noche. Porque esto de la hora en Inglaterra es otro serio despropósito y resulta que a las 16.30 SHARP, ya es negra noche. Pero vaya, sin mayor problema.
Pero eso no es todo, porque el martes la volví a liar. Salí de casa, cogí el metro, llegué a King’s Cross (la estación central de Londres, desde donde salen, entre otros trenes, el Eurostar a París o el Hogwarts Express), me monté en el tren dirección Canterbury y cuando llevaba ya como 20 minutos en marcha, se me ocurre mirar si había cogido las llaves del coche. Para descubrir que, evidentemente, no era el caso. ¡DUSH! Bájate del tren, espera al siguiente en la dirección opuesta, llega a King’s Cross, coge el metro, corre hacia casa, coge las llaves, cáete por las escaleras, dale explicaciones al portero cotilla sin dejar de andar a toda prisa, blablablablablablablbalba y suuuuuuuuuuuuuper tarde al trabajo otra vez. Ole la Sole, niña. ¡Qué arte!

Este finde vienen Zupan (os dije que era mi quinta extremidad, no puede vivir sin mí y ya vuelve), Aurora y Alessia.  Nuestras aventuras en el siguiente post.

martes, 1 de noviembre de 2011

¡FUEGO!

Varios de mis amigos estudiaron una temporada en colegios ingleses. Prácticamente todos ellos me habían contado historias  graciosas sobre cómo tuvieron que bajar en ropa interior al jardín del internado durante un simulacro de incendio, pero nunca pensé que yo viviría uno. En España estas cosas no pasan. En Esade no ha habido ni uno en 5 años, ni lo habrá en los próximos 10…como tampoco lo hubo en el colegio ni los hay en tantísimos otros lugares. ¡Y suerte que no los hay! Con lo poco que nos gusta trabajar, si descubren el filón habría simulacros cada 5 minutos: Es la mejor excusa para salir a fumarse un cigarrillo.
El caso es que estaba tranquilamente en la oficina, tomándome una buenísima y calentita crema de calabaza cuando ha empezado a sonar la alarma de incendios. Yo no pretendía levantarme, estaba claro que era un simulacro: no había humo por ninguna parte ni se oían gritos ni ajetreo…pero  los ingleses son muy ingleses y se toman estas cosas muy a pecho, así que me han hecho dejar mi cremita calentita a medias y salir a toda prisa por las escaleras de emergencia. Total, para pasar frío, ponernos a todos a formar, contar cabezas y otra vez a trabajar. Señores británicos de mi corazón: Los simulacros no sirven para nada. El día que haya fuego de verdad, la evacuación será caótica por muchas veces que practiquen. Y encima, cuando he vuelto a entrar, mi crema estaba fría.

martes, 27 de septiembre de 2011

Isabel 1, Muerte 0.

He bautizado a mi coche. Se llama Jimmy Stark, como el protagonista de “Rebelde sin causa”. Llamándolo así intento redimir un poco mi sentimiento de culpabilidad, y es que llevo dos días gloriosos al volante.
Ayer me perdí. Me perdí e hice que un trayecto que debería haber durado escasos 20 minutos durara casi dos horas. La buena de Lesley, pobre, estaba un poco atacada pensando que me habría pasado algo. El caso es que, como cada mañana, ella vino a buscarme para guiarme hasta la oficina (que desde ayer está en Canterbury) y la perdí de vista en la segunda rotonda…y evidentemente, por la ley de Murphy, cogí la salida equivocada…y resulta que en las motorways inglesas prácticamente no hay carteles que te recuerdan hacia dónde estás yendo (aunque sí hay flechas que te indican por qué lado debes ir, ironías de la vida)…y por lo visto tampoco saben lo que son los cambios de sentido, ni a distinto ni al mismo nivel. O quizás no lo sé yo. O quizás es una diferencia cultural. Total, que conduje millas y millas hasta llegar a una rotonda (roundabout en inglés, una palabra que suena de lo más graciosa cuando es pronunciada por estos peculiares isleños. A mí me hace pensar en mantequilla). Al grano: que llegué a una rotonda y dí la vuelta y logré encontrar el camino hasta Canterbury, donde paré para llamar a mi guía, Lesley. ¡Pero ah, sorpresa! Había salido de casa sin móvil. ¡Olé tu arte, Isabel! Olé. Gracias al cielo, Lesley tuvo confianza en que sabría dar la vuelta y me esperó a la salida de la rotonda en la que me perdí, y al verme pasar dirección Canterbury, me siguió. Así que bien, al final llegamos felices y contentas al despacho. Isabel 1, Muerte 0.
PEOR ha sido lo de esta mañana. No me he perdido, pero he rallado MUCHO un coche mientras aparcaba en el trabajo. MUCHO. Tanto como que además, le he roto una luz delantera. Tremendo. Y encima ha sido aparcando en batería, que suena a que debería ser más fácil. Pues bien, cuando uno tiene el volante en el lado equivocado, eso de que aparcar en batería es fácil se convierte en una MENTIRA. Yo no tengo visión espacial, y si me ponen la mitad del coche a la izquierda, el problema se eleva a la enésima potencia. Así que he dejado el otro coche monísimo. Eso sí, Jimmy Stark no tiene ni una rallita. Fenomenal. 

viernes, 23 de septiembre de 2011

Primeros días

Esto llega un poco tarde, y por lo tanto hay bastante que contar.  Então…. Primero os sitúo:
Estoy trabajando en el Reino Unido, en una distribuidora de productos de caducidad temprana.  Tres días a la semana trabajo en el condado de Kent, y dos en London.  Digo que trabajo en el condado de Kent y no soy más explícita porque en este momento mi oficina está en el Puerto de Sheerness, pero nos mudamos el lunes a Canterbury. Therefore, vivo en un pueblecito llamado Sittingbourne (que está igual de lejos –o de cerca- de un lugar que del otro) tres días a la semana, y en la capital otros 4. Y lo más importante y osado: tengo coche.  
Es una pena que nos vayamos de aquí, porque el “dock” es precioso. A ver…precioso si lo miras desde una perspectiva  industrial, me refiero. La cuestión es que hay enooooooormes barcos que vienen a  descargar todo tipo de mercancías, y enoooooormes grúas que retiran los contenedores y centenares de personas que conducen carretillas elevadoras, aquello que en los almacenes llaman “toros” porque tienen como dos cuernos que levantan  los palés (os he puesto un link a Wikipedia por si no sabéis lo que son) y apilan las cajas. El Olimpo de la planificación,  logística y el supply chain management. Estoy enamorada.  
Bueno va, empiezo. Llegué al Reino Unido el viernes pasado, acompañada de mamá. Evidentemente, no nos vinimos a Kent. Nos quedamos en Londres e hicimos eso que se espera de dos europeas que van a Londres: ir de compras. También visitamos el parlamento porque a ella le cogió un ataque de culpabilidad y una necesidad imperiosa de sentir que estaba hacienda algo más que comprar (qué terrible sentimiento), pero ni una cosa ni la otra tienen mayor importancia.
El lunes vinimos a Sittingbourne para  deshacer maletas, hacer la compra… pero sobretodo, para conducir. ¡Hay que ver! No hace ni 10 días que me he sacado el carné de conducir y no se me ocurre otra cosa que irme al único país de Europa donde conducen por el otro lado. No sería un problema si no necesitara el coche…pero es que sí lo necesito.
Es evidente que el hecho de conducir por la izquierda es en sí mismo un hándicap, pero no es, ni de lejos, lo peor. Lo peor es, sin duda alguna, tener la otra mitad del coche a la izquierda. A conducir por ese lado te acostumbras rapidinho: las rotondas las cojo por el lado que toca sin mayor dificultad, no me he puesto contra dirección en ningún momento y lo cierto es que la señalización es impecable. Hay que agradecer la consideración de los ingleses hacia los continentales: cada pocos metros hay flechecitas que te recuerdan cuál es el lado de la vía por el que debes circular. Tener el cambio de marchas al otro lado tampoco es demasiado problemático.
Lo que decía, que aun no he interiorizado que el volumen del coche esta a mi izquierda, y no a mi derecha. Total, que aparcar es una autentica pesadilla… y voy comiéndome retrovisores y bordillos por doquier. Calcular las distancias ya era complicado para mí en circunstancias normales, y ahora que el retrovisor interior mira hacia el otro lado lo es todavía mas.  Pero aún no le he hecho ni una sola ralla a mi Citroen Xsara Picasso granate. Si, un coche muy de familia.
Leslie, una señora que trabaja en mi empresa, viene a recogerme todas las mañanas y me guía hasta la oficina (ella en su coche, yo en el mío) y me cuida como si fuera mi madre. Se ocupa de que todo en mi casa funcione bien, que no me falte nada, que tenga móvil, me enseñó el puerto… una monada de mujer. El primer día llovía (que raaaaroooo – aunque a título informativo os diré que estamos teniendo una semana bloody sunny) y yo no sabía como poner los limpiaparabrisas y el embrague se me enganchaba con la alfombrilla y…fueron los peores 10 minutos de mi vida, pero sigo viva. Y ayer conduje yo sola de verdad (sin nadie de copiloto y ningún coche delante que me hiciera de lazarillo) hasta el supermercado y volví de noche. Y supe poner las luces –que no sabía- y sobreviví.  Pasé un poquito de miedo, pero sobreviví.

Otro día os cuento qué tal en la oficina, que no tiene desperdicio.  Y habrá también un post sobre mi casita.

Bon vent!

viernes, 3 de junio de 2011

En el centro conocí a Andrés


Yo tenía un fantástico reloj que compré en uno de esos “Bazares de los objetos robados”, que suelen estar regentados por pakistaníes –espero que nadie se lo tome como comentario racista, porque no lo es. El verbo está conjugado en pretérito¹ (tenía) porque de meterlo en el mar se estropeó. La cuestión es que hacía tiempo que quería ir a Rua vinte e cinco de março a por uno nuevo. Y hoy, al fin, he ido.

Se trata de una calle de lo más peculiar. Para situaros un poco, dentro de lo posible, os diré que está en el centro. Uno sale del metro y lo primero que se encuentra es una legión de personas vendiendo Suflair, una chocolatina de Nestlé. Todos venden lo mismo y todos usan la misma técnica: Prácticamente te meten la chocolatina en la boca mientras gritan “Suflair, Suflair! 2 Reais! 2 Reais!” Y tienes que andar escupiendo el envoltorio para decir que no. Un método de lo más  bruto. Yo me pregunto por qué ninguno de ellos ha decidido vender algo que no sea Suflair. Lo segundo que te encuentras son centenares de tiendas de disfraces. Enormes. Pelucas de colores, máscaras, sombreros, vestidos de princesa Disney, espadas, alas…lo que no hay allí no lo hay en ningún lado. Después de las tiendas de disfraces llegan las de telas, y después, China. Nada de China Town. China de verdad, la China del Silk o el Pearl Market de Beijing. Interminables galerías llenas de puestecitos de imitaciones cuyos dueños son, evidentemente, chinos. Y tirones, y gritos y ofertas, y un poco de regateo, aunque no tan bestia como en oriente. Maletas, zapatos, electrónica, relojes, bisutería…igualito que en Pekín, sólo que en São Paulo. Lo que hace la globalización. Apunte: Los chinos hablan tan mal el portugués como el español.
Después de comprar allí mi reloj, que me ha costado menos de lo que cuesta una barra de pan decente aquí, me he dirigido al mercado municipal, también conocido como Mercadão. Allí hay hasta jamón. No especialmente bueno, pero oye, menos es nada. Mercadão es como la Boquería, sólo que un pelín más pequeño. Y con más puestos de fruta, y con pasillos más anchos. Y, a diferencia de tan conocido mercado barcelonés, Mercadão huele genial. Huele a dulce, entre a fruta madura y chocolate. Fabuloso. Allí he conocido a Andrés. Andrés es un niño de 5 años.
Estaba yo sacándole una foto a una tienda de especias, con los cascos grandotes del ipod puestos, y el niño se ha colado en la foto, y claro…luego ha querido verla. Después ha querido saber qué era eso que llevaba en las orejas. Le he puesto los auriculares, me ha quitado el ipod de las manos y entre mis risas y las de su papá iba haciendo monerías. Cuando se ha acabado la batería del ipod, ha decidido que quería jugar a ser fotógrafo, así que me ha pedido la cámara para sacar fotos. Le he pasado la correa por el cuello y entre los dos hemos fotografiado el mercado entero, con sus clientes, tiendas y dependientes. Muy entrañable. Su padre me ha dado su dirección de correo para que les envíe las fotos que le he sacado al niño y las que ha hecho él. Cuando, después de algo así como 40 minutos, le he dicho que me tenía que ir, me ha soltado: “Você è muito legal, posso ficar con você?” que significa “Eres muy guay, me puedo quedar contigo?”. Por favor, qué monada de criatura. Se me ha roto el corazón, pero he tenido que decirle que no. Ha respondido con una sonrisa que no pasaba nada, que sus “pais tambem são muito legais”.
No subo foto del niño no vaya a ser que su padre me denuncie por violar los derechos del menor, por muy guay que sea. De todos modos, las hay en facebook.
Un OLÉ por los niños con descaro que te alegran el día.


¹No viene a cuento, pero mirad qué poesía en catalán tan graciosa he encontrado:

Jo t'estimo en present d'indicatiu
i, de l'amor per fer-me un futur mèrit, 
t'estimaré en pretèrit,
participi, gerundi i subjuntiu.
Carles Fages de Climent

martes, 10 de mayo de 2011

FLI-PA colega

Entrada corta hoy, pero es que tenía que contarlo. Allí va:
Geev y yo tuvimos un día más bien tonto ayer, así que no fuimos a tomar cervezas al bar de la esquina como de costumbre, sino que decidimos ir al cine a ver una chick movie, que era lo que nuestros cuerpos necesitaban. Buscamos peli por internet, cenamos temaki (se ve que fueron inventados en Brasil), cogimos un taxi y nos plantamos en el centro comercial Cidade Jardim, donde daban la peli que queríamos ver. Deberíais haber visto nuestras caras al entrar. Fli-pa colega. Mi rostro era un poema. Olvidaos de H&Ms, Zaras y compañía. ¡Helicópteros! ¡Yates! ¡Motos de agua! ¿Y queréis saber el nombre de la tienda? Tools and Toys. Uno puede ir a comprarse un ferrari al centro comercial. Muy heavy. Esto en europa no pasa. Aquí han hecho del pavoneo una religión. Evidentemente, dado que estoy hablando de un centro comercial, había otras cosas además de juguetitos para multimillonarios. Le he sacado una foto al vestido más bonito del mundo para que me lo copie una modista en Barcelona. Precio del trapito original: 12.000 R$.
Y el cine no era un cine normal. Los asientos eran como el doble de anchos y cómodos que los de un cine común, reclinables, con asunto de ese para apoyar las piernas y mesita para poner la comida y botoncillo para llamar al camarero para que te trajera, por ejemplo, una copa de champán. Nosotras decidimos comprar solo chocolate. La ocasión requería chocolate.
Volveremos la semana que viene. Misión: Encontrar marido.



Por cierto, me voy a Rio este finde porque hay una competición de surf y un festival de música.
Otro día, más.

jueves, 5 de mayo de 2011

Roadtrip Vol. II: Salvador-Chapada Diamantina-Mangue Seco-Praia do Francês-São Miguel dos Milagres.

Antes de empezar... un poco de música brasileira.

Lo de hoy es un poco más informativo y tal. Solo un poco. Os he hecho un mapita la mar de mono con casi –CASI- todos los lugares en los que paramos (ya sea a dormir o solo de paso) entre Salvador y São Miguel.

Ver Putain roadtrip en un mapa más grande

Llegamos a Salvador  y  cansados de esperar un bus que no llegaba, al final nos montamos en un taxi ilegal para ir hasta Barra, un barrio guay sin ser el centro. Y flipamos en anchos de onda que los humanos no vemos de lo nuevo que está el aeropuerto y lo horteramente moderna que es la highway que va hasta la ciudad. Sí señores, las carreteras también pueden ser horteras. Lo son cuando hay bambú de 6 metros de altura iluminados con luces de colores a ambos lados de la calzada. Eso es lo que se conoce como carretera hortera. En Salvador estuvimos un par de días y visitamos –evidentemente- el Pelourinho (el centro histórico) y esas cosas. Me apuesto un pié a que en Salvador hay más iglesias que en Roma. Pero señores, vista una, vistas todas, de verdad. O al menos vistas 3 o 4, vistas todas las demás, porque si uno quiere visitar todas las iglesias de Salvador…necesita al menos una semana. Salvador es exactamente como me lo esperaba. Casitas de colores, mujeres negras vendiendo acarajé (un bollo de feijão relleno de salsa de pimienta,  vatapá –mousse de gambas y coco-, caruru –una especie como de judías- y camarones sin pelar), turistas debajo de las piedras…bonito…correcto.
De Salvador fuimos a Chapada Diamantina, un parque natural en el estado de Bahía que es PRECIOSO. Dormimos por 70R$ los 4 en una habitación (siempre dormimos los 4 en una sola habitación) e hicimos excursiones por los alrededores. La más bonita fue a Cachoeira da fumaça, la segunda cascada más alta de Brasil, con 340m de altura. El agua se evapora antes de tocar el suelo. Son como 2 horas de paseíto subiendo una colina y cruzando el río que más tarde se convierte en cascada, cuyas aguas son absolutamente rojas a causa de la cantidad de hierro que hay en el suelo. Molt bonic.
Esto no viene mucho a cuento pero a lo largo del viaje hemos encontrado muchos sapos. Hay muchos sapos en el Nordeste. Yo quería besar uno, a ver si se me convertía en príncipe…pero me dijeron que son venenosos (yo creo que es mentira), así que decidí ahorrarme el herpes.

De Chapada diamantina fuimos a Mangue seco, pero evidentemente nos perdimos por el camino y el GPS daba instrucciones erráticas, así que paramos en un hotel cutre de carretera (que no motel) en un pueblucho llamado Estância y al día siguiente pusimos rumbo a nuestro destino. No por ser de día fue más fácil encontrarlo. Resultó ser un pueblecillo con calles de arena la mar de auténtico, así que no podíamos llegar hasta allí en nuestro Corsa y tuvimos que montarnos en un barquito que nos llevó hasta allí. Al llegar…éramos los únicos turistas del lugar, no kidding. Dormimos por 60R$ con desayuno (entre los 4)! Y nos hicimos amiguetes de la señora María, que nos cocinaba Moqueca de pescado y nos hacía precios especiales, aunque las caipirinhas las servía aguadas. La playa en Mangue seco estaba desierta, y los hombres se lo pasaron como auténticos enanos machacando cocos para beberse el agua. Muy primitivo. Y muy entrañable.

De Mangue seco queríamos ir a Penedo, pero una vez más…Satanás cambió las carreteras de lugar. Así que acabamos en Praia do Francês, una zona bastante turística. Pero gracias al cielo encontramos un hostalito regentado por un Argentino cincuentón que resulta que vive en la Costa Brava en verano (que es invierno en Brasil) que nos hizo un buen precio y un mejor desayuno, así que tudo bem. Visitamos Marechal Deodoro, una ciudad chiquitina y colonial como tantas otras y pusimos rumbo al norte. Objetivo: São Miguel dos Milagres.
Nos costó pero lo encontramos, y además pasamos por Maceió, capital del estado Alagoas. En la playa de Maceió hay arrecifes de coral y es la mar de bonitinho, así que dispusimos que pararíamos allí de vuelta a Salvador. La cuestión es que llegamos a São Miguel pasando por una carretera que quita el aliento de lo linda que es (parece que estás en Irlanda con palmeras). Comimos y encontramos una pousada cuya dueña decidió tratarme como si fuera su hija, así que yo la traté como si fuera mi madre. Ayudé a fregar, cogí hielo del congelador y usé los artilugios de cocina a mi antojo para hacer caipirinhas -como Pedro por su casa- y hasta bajé en pijama a desayunar (éramos los únicos clientes).  Las playas allí fueron sin duda alguna las más bonitas. Primero estuvimos en una con arrecifes en la que podías andar como 200 m hacia dentro sin que el agua cubriera y luego fuimos a otra en la que estábamos completamente solos y saqué foto de mis príncipes subidos a una palmera como si fueran monos.

Esto ya está alargándose. Otro día os cuento el resto (o parte).

domingo, 1 de mayo de 2011

Putain!

Después de casi 18 días entre francófonos, PUTAIN FÉ CHIER! es prácticamente lo único que sé decir en el idioma de Astérix. Eso y FERMEZ VOS PUTAINS  DE GUEULES, BAND D’ENCULÉ (en mayúsculas porque uno debe chillar), que para el que, como yo, no domina el francés, significa cerrad la puta boca, capullos. Son dos locuciones muy útiles cuando una viaja rodeada de hombres. Para el que esté desinformado, estos últimos días he estado de viaje con 2 franceses y un talibán, digo…tunecino. Volamos a Salvador de Bahía y allí alquilamos un coche (un Chevrolet celta, que es como el Opel corsa) para ir hasta Natal y volver. En 16 días. Parando en pueblecitos a dormir, comer y tomar el sol.
Antes de continuar contándoos lo preciosísimas que son las playas del litoral brasileño, lo mal que huele en general y alguna que otra anécdota, dejadme que gruña un poco. Brasil está under construction. Aproximadamente el 50% del tiempo que hemos pasado en el coche (que ha sido mucho tiempo) ha sido intentando encontrar carreteras fantasma. Las carreteras del GPS o de los mapas ya no existen más. Han eliminado las antiguas y están haciendo otras nuevas, que, por razones que no alcanzo a entender, a pesar de ser nuevas están más agujereadas que una raqueta de tenis. Nada tiene sentido en este país, pero es encantador que sea así. El desorden y la falta de lógica me encantan. También tengo que decir que en algunos casos, Brasil me ha decepcionado. Menos bonito de lo esperado, pero no por eso menos divertida la experiencia.
A lo que voy, anécdotas. Solo os escribo 3 o 4 que me canso. El viaje da para un libro.
Pooor ejemplo…casi chocamos con una vaca negra en plena noche. Las vacas no suelen llevar chaleco reflectante, así que nos dimos un buen susto y del frenazo se nos movieron un poco los cerebros. Más… nos paró un policía corrupto. ¿Qué como sé que era corrupto? Pues porque lo sobornamos. Se estuvo un buen rato buscando alguna excusa para multarnos hasta que vio que el conductor iba en chanclas, así que nos dijo que 300 fantásticos Reales a pagar en el banco. Y luego añadió: “Mais… o senhor pode encontrar outras soluçoes”, que en el idioma de la corrupción dignifica “quiero dinero a toca teja”, así que Flo metió 50 R$ em su pasaporte, se lo dio al poli, éste los cogió y nos fuimos tan contentos. Que más, que maaas… ¡ah si! Encallamos el coche en la arena y casi se nos lo lleva el océano. A ver, lo que pasó es que íbamos de Pipa a Pirangi do Norte, donde está O maior Cajuero do mundo (un cajuero es un árbol que da cajú, y Pirangi es horroroso, pero nosotros eso no lo sabíamos aún) y teníamos que coger la BR-101, que es una carretera bastante importante, pero como de costumbre, acabamos en un lugar que no era la BR-101, sino un pueblucho al lado de un río que había que cruzar en balsa. Cruzar en balsa significaba conducir 5 km por la playa con nuestro Corsa hasta llegar a la civilización, es decir, el asfalto. No las teníamos todas -cuánta razón-, pero un lugareño nos convenció…y montamos el auto en el bote. No habían pasado ni 30 segundos desde que habíamos sacado el coche que nos quedamos encallados. En realidad fue por mi culpa, porque quería sacar una foto de un niñito en un barquito y pedí que bajaran la marcha. Aunque también fue culpa del conductor, que llevaba una marcha demasiado larga y los neumáticos con mucha presión. Está claro que si uno no sabe conducir por la playa, no sabe y ya. Mejor evitarlo por lo que pueda pasar. Al grano, que nos quedamos encallados y la marea estaba subiendo y yo me puse a reír y a tirar fotos mientras mis hombres sudaban y apartaban la arena de las ruedas y pisaban fuerte el acelerador y lo hundían aún más. A nuestro rescate vinieron el lugareño gordito que nos había metido en la boca del lobo  y otro brasileño que si digo que era gilipollas me quedo corta. Total, que entre los 5 sacaron el coche de allí después de mucho sudar y de muchos nervios (las olas tocaban las 4 ruedas) y entonces el gordinflón se ofreció a conducir nuestro coche hasta la carretera a cambio de 100R$ (redondo le salió el negocio). Y eso, hicimos un recorrido que normalmente se hace en buggy con nuestro Corsa, muy mono. Y llenamos el coche de arena.
Me estoy alargando, otro día os cuento más. Ai, y me ha faltado decir que los 3 hombres me han cuidado como a una princesa y yo a ellos como a mis príncipes.

Sonrisas pa quien las vea y que el fin del mundo os pille bailando. Fotos en facebook.

viernes, 8 de abril de 2011

Ilha grande y aventura hasta Rio

Jaime llegó el martes muy prontito por la mañana. Juan se lo llevó a ver Ibirapuera y la zona de Oscar Freire (la calle más cara de SP) mientras yo hacía otras cosas y esa noche tuvimos a los franceses con los que me voy de roadtrip a cenar. Les hice crema de calabaza, ensalada y roastbeef con cebolla caramelizada y puré de manzana, y los 5 me pidieron matrimonio al acabar de comer, para que os hagáis una idea de lo riquísimo que estaba todo.
Pero a lo que voy, que el miércoles por la noche, Jaime y yo (Juan ha tenido que quedarse porque tenía una presentación el jueves y hoy llegaban sus padres) cogimos un bus –comodísimo, por cierto- a Angra dos Reis y luego un ferri para llegar a Ilha Grande, que es algo así como la isla de perdidos o la de Jurasic Park. En el ferri nos abordó un hombre hippioso rastafari diciéndonos que él vivía en una casa grandota en medio de la jungla, y que si queríamos, podíamos alquilar una de las habitaciones. Desayuno incluído (menciono el desayuno porque ha sido muy casero y rebuenísimo. Pedidme que os prepare vitamina de aguacate cuando me veáis).  Había hablado también con un grupo de 6 ingleses la mar de simpáticos y nada, los 9 colina arriba entre la maleza, con maletas y mochilas a la espalda. En chanclas.
Resultó que la casa, a pesar de estar donde da la vuelta el viento, era la mar de encantadora (ver foto above). De madera, sencilla, en plan albergue, pero muy guay. Teníamos una vista preciosa sobre la bahía, y estábamos rodeados de selva, fruta y animalillos. Ese día, la idea era llegar andandito a Lopes Medes (andandito es un decir, eso fue hitch-hike en toda regla), una playa de arena fina y olas…pero nos perdimos por el camino y acabamos teniendo que coger un barco-taxi que nos dejó cerquita, pero no aún allí…así que un poquito más de pateo. Pero fue fanástico, porque vimos monitos y una mariposa de esas azules tan bonitas.
Morpho Didius
Queríamos llegar prontito a casa para cocinar en la barbacoa, pero no tuvimos suerte. Después de comprar los víveres en el pueblo se nos hizo de noche, así que tuvimos que subir hasta casa del rasta a oscuras. Os podéis imaginar el panorama: 8 guiris, 25 minutos a pie, cargando comida –y sobretodo cerveza- por un camino angosto, estrecho, lleno de raíces y embarrado. Nadie se mató de milagro y fue muy, muy gracioso.
Pero la aventura ha tenido lugar hoy. Para empezar, resulta que el catamarán que teníamos que coger para volver a tierra firme se ha roto, así que hemos tenido que buscar otras opciones. Hemos acabado en un barquiño dirección Conceição (la idea era volver a Angra). Una vez allí, la intención era montarnos en el bus que viene de Angra y va a Rio, pero el autobusero ha pasado de nosotros. Segunda putada del día. Pero nada, sonrisa en la boca nos hemos subido en un autobús de línea muy, muy auténtico y nada europeo hasta Itaguaí, que ha resultado ser un pueblucho muy sudamericano, donde hacía un calor tremendo. Allí hemos cogido otro autobús de línea hasta la central de autobuses de Río y allí otro hasta Copacabana, donde estamos ahorita. Precio total del viaje Ilha Grande – Río: R$28,50. Si nada hubiera pasado nos hubiera costado R$70, una experiencia y dos horas menos.
Esta noche nos vamos de fiesta a Lapa con los ingleses.

Cuando regrese a SP os cuento qué me ha parecido esto.

viernes, 1 de abril de 2011

Ayer fue mi cumpleaños


A las 00.05 del 31 de Marzo (ayer), sonó el timbre de mi casa. Me desperté de un bote pensando que sería Juan que había salido y no tenía llaves, pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme a los fantásticos Marco y Geevitha con un ramo de lirios amarillos que habían robado en el parque de abajo (entenderéis que encontrarme a Juan sudado volviendo del gimnasio no hubiera sido tan encantador). Cuesta describir la ilusión que me hizo, y más me costó expresarla en ese momento, puesto que mi cerebro procesaba con cierta lentitud...seguía dormida. El resto del día continuó con la normalidad de cualquier otro cumpleaños. Además de tener que lidiar con las felicitaciones –las cuales agradezco, aunque no me acaban de gustar (es que soy rebeldísima)- uno tiene que aguantar que le pregunten eso de “¿Cómo te sientes en el día de tu cumpleaños?”, no una, ni dos, ni tres veces… cientos de ellas. ¡¿Pues como me voy a sentir, @&%)$=”$#¬%(“@?! Igual que ayer, igual que mañana. Yo no hago esa pregunta, y vosotros tampoco deberíais hacerla. Al menos no a mí.

Pero vaya, la parte graciosa del día fue mi fiesta sorpresa/no-sorpresa. El caso es que somos 3 exchange los que cumplimos años en la misma fecha: un polaco de nombre Bartek, un nicaragüense (Sebastián) y yo. Total, que uno de los polacos decidió organizar una fiesta sorpresa para Bartek, y como no sabía que era mi cumpleaños, me invitó al evento en facebook también. A Sebas no porque no son amiguetes en la red. Cuestión, que encima llegué antes de lo que esperaban y todas esas cosas…pero casi mejor, porque no lo he celebrado como dios manda desde los 15, y casi que prefiero que siga siendo así. Sea como fuere, bebí mucha caipirinha a mi propia salud y a la de todos mis amigos y me lo pasé rebien.
Oh, se me olvidó mencionar que estuve 15 minutos encerrada en el ascensor de mi edificio. Suerte que llevaba el ordenador encima. Soy una profesional del solitario.
Y otra cosa aún: Me voy de road trip el 15 de abril. Recorrido: Salvador-Recife-Natal-Fortaleza-São Luis. No, no es el mismo viaje que hice con mis padres, la única cuidad que coincide es Fortaleza.
Y el lunes llega Jaime desde Canadá para pasar 10 días con nosotros. Nos lo llevamos a Río e Ilha Grande. Moríos de la envidia.

La nueva Isabel, sin duda mucho más madura desde que ha cumplido los 22, os manda un cálido saludo.

Venga majetes, que os vaya bonita la vida. Otro día os cuento más.

martes, 22 de marzo de 2011

Así en resumen...

Hace bastante que no escribo nada, he estado ocupada viviendo la vida loca. Así en resumen…
1.- Estoy entrenando a vóley con el equipo de la uni (que son muy, pero que muy, muy buenas…como se esperaría de un equipo brasileño) y después del primer entrenamiento me dolían hasta los dedos de los pies. Ahora llevo tres y ya tengo el cuerpo acostumbrado. Y los brazos más duros que una barra de acero.
2.- Este finde me ha visitado Rafa, un amigo que está trabajando en un proyecto cerquita de São Paulo y tengo que decir que nos lo hemos pasado bomba. Me lo llevé de fiesta el viernes y a un bar la mar de auténtico en Vila Madalena con música en directo el sábado, una pena que durante el día lloviera, porque no vio la ciudad. No hay como tener amigos fantásticos...
3.- Estuve en una casa suuuuper chula en la que todo gira en torno al arte. Las paredes son de colores o están pintadas con dibujos, dan conciertos, se juntan para escribir… 5 personas viven allí de manera regular y  usan las habitaciones que les sobran como hostal…muy bohemio, así en general.
4.-Casi muero ahogada en la entrada de una fiesta universitaria (a la que fui con Rafa entre otros), de la cantidad de gente que había. Gracias al cielo que un amigo se puso a dar codazos a mi alrededor, de no ser por él me tendríais esta semana en España. En ataúd. Ese mismo día había fiesta de disfraces en mi uni, y la gente ALQUILA los disfraces, os podéis imaginar lo serio del asunto. Sabiamente decidí revender mi entrada (me había costado 60 R$, más lo que me hubiera gastado en disfraz) e ir al velódromo de la USP, donde las bebidas eran baratas y la música buena.
4.- Se me han caído las chanclas por la ventana. 
5.- Cociné tortilla de patata hace dos días. Está mal que lo diga, pero estaba para chuparse los dedos.
6.- Juan ha vuelto de Chile y estoy muy contenta porque vivir sola es aburrido.
7.- Aún no tenemos sofá, vamos a acabar con Walter.
8.- Acabo de hacer crema de calabacín y está para morirse.

sábado, 19 de febrero de 2011

El día en que casi muero.

Hoy he ido con Geevitha, mi nueva amiga francesa de origen esrilanqués a un mercadillo de antigüedades en Vila Madalena, el barrio moderniki de Sao Paulo. Pero el tema de la entrada no es el mercadillo, que molaba mucho, sino la aventura que ha sido llegar hasta allí. En metro hasta Vila Madalena todo normal, pero cuando hemos salido de la estación no sabíamos a dónde teníamos que dirigirnos, así que como todo hijo de vecino, hemos decidido preguntar. Un señor de unos 60 años en un coche con una señora de uno 90 en el asiento de copiloto se ha ofrecido a llevarnos, y ha insistido tanto que no hemos podido decir que no. Cuál ha sido nuestra sorpresa cuando, una vez dentro del coche, ha sacado una petaca de vodka de la guantera y se ha metido de un lingotazo media botella entre pecho y espalda. Podéis imaginar la conducción. Pero es que la historia no acaba aquí, porque el señor no nos ha llevado directas al mercadillo, sino que hemos parado primero en su casa, donde nos ha dado de beber, nos ha presentado a sus padres, sus hijos y hasta a las criadas y al perro, nos ha enseñado los libros que ha escrito, todos los cuadros de su casa… las dos estábamos convencidas de que había algo en la bebida y que iba a quitarnos los hígados o algo así, pero resulta que aquí son de naturaleza amable. Mejor no andar fiándose de los desconocidos, de cualquier modo. Don't do this at home. Luego, después de otro trago, nos ha llevado al mercadillo. He perdido la cuenta de las veces que casi chocamos o atropellamos a alguien.
El mundo casi se queda sin Isabel. Pero ha sido divertido, para qué nos vamos a engañar.