jueves, 1 de diciembre de 2011

Varios despropósitos

Jimmy Stark (así se llama mi coche, como el protagonista de Rebel without a cause) y yo estamos pasando una mala racha. Dice que no le presto atención y tiene razón, porque últimamente estoy más despistada de lo que debería.
 Todo empezó el sábado.  Salía yo de casa en dirección a Harrod’s para comprar kiwiberries (minikiwis que solo venden en Harrod’s por razones que no alcanzo a entender dado que no son excesivamente caros y están rebuenísimos. Tenéis que probarlos, se han convertido en mi fruta favorita del mundo. Os he puesto el link  para que los veáis)… iba yo a comprar kiwiberries cuando me llamó mi jefe. Y me dijo que la grúa se había llevado mi coche por aparcarlo donde no debía (porque no me fijo y aparco donde me da la gana, básicamente), y que tenía que ir a rescatarlo. Así que mi gozo en un pozo. Me quedé sin disfrutar de lo bonito que es Londres cuando hace frío y Sol…y me monté en un tren dirección Canterbury para sacar a Jimmy del depósito de coches. Me cobraron unas fantásticas £150. Os juro que noté como una daga cruzaba la piel de mi pecho, atravesaba mi musculo pectoral, rompía mi pericardio y se clavaba en el miocardio, rasgando el endocardio y agujereando mi aurícula derecha. Qué gráfico, ¿verdad? Qué dolor. Pues eso. Y perdí el día entero y cuando llegué de vuelta a Londres ya era de noche. Porque esto de la hora en Inglaterra es otro serio despropósito y resulta que a las 16.30 SHARP, ya es negra noche. Pero vaya, sin mayor problema.
Pero eso no es todo, porque el martes la volví a liar. Salí de casa, cogí el metro, llegué a King’s Cross (la estación central de Londres, desde donde salen, entre otros trenes, el Eurostar a París o el Hogwarts Express), me monté en el tren dirección Canterbury y cuando llevaba ya como 20 minutos en marcha, se me ocurre mirar si había cogido las llaves del coche. Para descubrir que, evidentemente, no era el caso. ¡DUSH! Bájate del tren, espera al siguiente en la dirección opuesta, llega a King’s Cross, coge el metro, corre hacia casa, coge las llaves, cáete por las escaleras, dale explicaciones al portero cotilla sin dejar de andar a toda prisa, blablablablablablablbalba y suuuuuuuuuuuuuper tarde al trabajo otra vez. Ole la Sole, niña. ¡Qué arte!

Este finde vienen Zupan (os dije que era mi quinta extremidad, no puede vivir sin mí y ya vuelve), Aurora y Alessia.  Nuestras aventuras en el siguiente post.

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