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martes, 8 de noviembre de 2011

Moving to Dorset

Hay una niebla tupidísima hoy en Kent. Esto me recuerda a Lleide. Y lo he pasado fatal al volante para llegar hasta la oficina, pero es lo que tiene vivir aquí.
La cuestión no es la niebla sino que me mudo a Londres full time. Hasta ahora iba de viernes a lunes (porque viernes y lunes trabajo en la ciudad) y durante la semana dormía en Kent, pero se ve que el dueño de la casa donde vivo (es una casa de alquiler), hace meses que no paga la hipoteca, así que el banco se la va a expropiar…y yo me tengo que ir. Y como ya estaba en Londres la mitad de la semana, y ya tenía mi propia habitación en Dorset, pues ahora voy a estar también la otra mitad. Se acabó eso de ir todo el día maletas arriba, maletas abajo. Bueno, se acabará cuando termine con la mudanza.
He empezado este finde y ya estoy medio instalada. Mi habitación es una monada (porque Judith, mi predecesora, la tenia monísima y ha dejado hasta las sabanas) y mi compañero de piso, Oscar, toca el piano por la noche y me encanta. Si por mí fuera lo tendría todo el día tocando el piano, poniendo banda sonora a mis actividades cotidianas. No se si él estaría tan encantado. El tema es que toca la mar de bien y es un gustazo irse a dormir al son de Debussy.
Natalia, mi otra compañera de piso también es la mar de agradable, y a Nafisca,  la jordana y cuarta inquilina, no la he visto todavía.

El  5 de noviembre es Bonfire night en Inglaterra. Celebran con fuegos artificiales el fracaso de un atentado en el parlamento británico contra el rey James I, que fue planeado por un grupo de católicos liderados por Robert Catesby. La guardia del rey encontró el 5 de noviembre de 1604 a Guy Fawkes haciendo guardia junto a toneladas de pólvora en una de las bodegas del edficio, lo arrestaron y lo ahorcaron. Desde entonces, Sir Fawkes es como la enseña de la lucha contra el totalitarismo y el establishment.
Total, lo que decía, que montan fuegos artificiales y hogueras y queman monigotes con caretas de Guy Fawkes (como las que lleva V, en V de Vendetta). En todas partes menos en York, donde estudió el señor en cuestión. ¡Qué majos ellos! Fuimos a verlos a Battersea park (los fuegos, no a los Yorkers) y fue bonito y tal.
Y nada, la vida en Dorset transcurre tranquila entre brunches, lunches, dinners, fiestas, futbol y risas. He comprado tulipanes y los voy a plantar en la terraza del piso de abajo. La pena es que saldrán cuando me haya ido, pero vaya… Es que las flores hacen hogar. Y con Adri hemos decidido que vamos a montar un huerto urbano en la terraza. Empezaremos con menta y albahaca. ¡A ver si en verano recogen lechugas y tomates! ¡Oh! Y la terraza es enorme y les pido cada día que me dejen adoptar un perro. Les prometo que lo pasearé todos los días e incluso he cedido con que sea un perro mediano (y eso que a mi solo me gustan las razas enormes, porque solo ellos son dignos de tener nombres y apellidos), pero dicen que no. Seguiré probando. El que la sigue, la consigue.


Un terranova es el perro que quiero que viva en Dorset
 

La máscara de Guy Fawkes, por si no la teníais controlada.
 

viernes, 7 de octubre de 2011

Sobre la lluvia y mi mala pata

For the record, he mejorado mucho al volante. No me ha pasado nada, y eso que conduzco una media de 3 horas diarias. Ni la lluvia puede conmigo. Sí, llueve. Esta tarde, mucho. Cats and dogs, pouring rain, pitchforks, a mares, a cántaros, chuzos de punta.  Pero volvía yo en mi coche hacia casa por la M25, cruzando Dartford crossing (que es un puente la mar de largo que pasa por encima del Támesis), cuando se han apartado las nubes y ha aparecido un perfecto y precioso arcoíris. Y yo iba en mi coche con la radio a TODO volumen cantando y bailando como una posesa. Y no he podido más que ponerme a reír, ha sido uno de esos milisegundos en la vida de uno, en los que sientes que vas a estallar de felicidad.

Y ahora pasemos a cosas más mundanas. Ayer por la mañana hice mucho el ridículo. MUCHO. Resulta que aquí donde vivo, la basura no se tira en contenedores gigantes que recoge el ayuntamiento cada noche. Cada vecino tiene un minicontenedor en su casa, y va acumulando ahí las bolsas hasta que llega el miércoles por la noche de cada dos semanas. Entonces, los vecinos sacan sus contenedores a la calle, y el jueves por la mañana, a eso de las 8, viene el camión de la basura, vacía los cubos, los limpia y lo sitúa delante de la casa correspondiente (es que están marcados, como la ropa de los niños en los campamentos). La cuestión es que yo olvidé sacarlo el miércoles, y cuando salí de casa el jueves para ir al trabajo, me encontré al basurero limpiando los contenedores de mis vecinos. “MIERDA”, pensé, “¡MIERDA! ¡MIERDA! Llego tarde y como no saque ahora el contenedor, la basura va a entrar en putrefacción y no la sacarán hasta dentro de otros 15 días 
¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA!” – sepa el lector que el miércoles anterior también me había olvidado-. Así que entré otra vez en casa, con mucha prisa, me di de bruces contra el cristal de la puerta corredera del jardín (eso no lo vio más que el gato del de al lado, que se cuela), abrí la puerta con un chichón en la cabeza, salí, cogí el contenedor y abrí la puerta del jardín hacia la calle para sacarlo fuera - con el pié-, con la mala pata de que cuando lo estaba sacando, se me cayó. Y no solo se me cayó, se abrió y se desparramaron las bolsas, y resulta que una estaba abierta. Pero no solo eso. Luego me tropecé con el cubo y caí JUSTO encima de toda la basura. OLÉ. Os podéis imaginar la reacción del basurero. No se rió conmigo, se rió de mí. Y yo me reí con él. De mí. 
Y nada, ducha, cambio y 30 minutos tarde al trabajo. Colorín colorado.

lunes, 13 de junio de 2011

¡Boludo!

Hace un par de días llegué de Buenos Aires. Fui con Marc. En principio íbamos a ir 3, pero Arami tuvo problemas con sus billetes y tal, así que al final hemos ido Marc y yo mano a mano. Me lo pasé genial, es un fantástico y divertidísimo compañero de viaje. Para el que no lo sepa, Marc es uno de los Exchange students de Esade en FGV.

Bueno Aires huele a carne a la brasa y parece Europa. Concretamente, diría que se parece a Madrid. El espíritu de la ciudad digo. Claro que en Madrid no huele a carne a la brasa, ni tiene mar, ni se comen alfajores y las “medialunas” no están rellenas de cantidades ingentes de dulce de leche.
El dulce de leche merece un párrafo para él solito. ¡Meu Deus, qué bueno está el dulce de leche en Argentina! A mí el dulce de leche no me gustaba hasta que llegué a Buenos Aires. Las cosas en Brasil son más dulces, ergo el dulce de leche es puro azúcar. En Buenos Aires es mejor que la Nutella. Mucho mejor. Marc y yo tomamos dosis de dulce de leche al menos una vez al día. Cuando no era alfajor (qué rebuenísimos), era medialuna rellena.
Mención aparte merece también la elegancia de la gente en general. Así como en las ciudades brasileñas -en general- el estilo brilla por su ausencia, en Buenos Aires da gusto pasear por la calle y ver a la gente bien vestida. Yo diría que el 60% de los hombres llevan americana y corbata, y  los demás llevan sólo camisa, pero camisas bonitas. Y los que no llevan ni traje ni camisa también se visten con estilo. Y llevan mocasines bonitos y cinturones bonitos, y abrigos bonitos y van bien peinados y…eso. Que da gusto, oye.
Decía que se parece a Madrid por el estilo de la gente y también por los nombres de los lugares. Serrano (aunque en BA es una plaza, no una calle), Callao, Colón, Recoleta (en Madrid Recoletos), tienen un barrio que se llama Retiro…
Arquitectónicamente hablando también le da mil doscientas vueltas a cualquier ciudad de Brasil. Del cono Sur en general, casi me atrevería a decir. La llaman el París de América del Sur, por algo será. El teatro Colón recuerda a cualquier ópera europea. La sala principal es un poco como la Scala de Milán pero más grande y los salones son como el Palacio de Versalles en pequeño; la avenida 9 de Julio –según el taxista, la más ancha del mundo- quiere parecerse a los Campos Elíseos de París. Hasta tienen un obelisco. Los barrios modernos, como Palermo, son una mezcla entre Brooklyn, Chelsea, el Borne y Prenzlauer Berg. De estética un poco underground pero a lo pijo. Calles adoquinadas, con aspecto de antiguas fábricas, tiendecitas vintage y no vintage pequeñitas, librerías, galerías de arte, barecitos, boliches (discoteca en argentino)… los sábados hay un mercadillo y se llena de gente. Cuando digo que se llena es que se llena muchísimo. Casi no se puede caminar por la calle de lo lleno que está.
El mítico barrio de La Boca es bastante curioso así en general, aunque tengo que decir que me decepcionó un poco. Extremadamente turístico. Es como pasearse por Lloret de Mar, sólo que en Argentina y con casitas de colores. Ni Las Ramblas barcelonesas están tan preparadas para el turismo. Pero vaya, fue agradable porque alquilamos bicicletas (Marc estuvo todo el día sufriendo pensando que me iba a matar, porque yo no miraba antes de cruzar) y paseamos también por San Telmo, que está lleno de anticuarios, y por Puerto Madero, que recuerda a Dublín hasta en el puente de Calatrava.
Una de las noches visitamos a Gilles, un belga que estuvo el cuatri pasado en São Paulo y que ahora está haciendo prácticas en una empresa que se dedica a comercializar vino en Buenos Aires. Fuimos a su oficina –que era chulísima, una lástima no llevar la cámara encima-, nos bajó a la bodega y abrimos una botella de vino y otra de espumoso, luego cenamos unas empanadas y después nos sacó de fiesta por Palermo. Marc aguantó toda la noche, yo me fui a dormir prontito.

En resumen, que Buenos Aires es una ciudad ideal para pasear -las calles son anchas, los edificios bonitos, hay parques en todas partes y la gente es estilosa- para comer –asados, dulce de leche, empanadas, alfajores, medialunas, chori-panes, pizzas rebuenísimas, milanesas y… no acabaría nunca…- y para salir.
Otra cosa muy graciosa es que al metro le llaman “Subte” y que los paseadores de perros se juntan en las plazas por las mañanas. Y cada uno pasea unos 10 perros, así que todos juntos serán unos 150 chuchos. Gracioso.
Me ha encantado. Me ha gustado más que Brasil, y definitivamente, muchísimo más que São Paulo, con la que tengo (igual que todo el mundo) una especial relación de amor-odio: Me lo he pasado genial aquí, pero es una ciudad ruim para caralho y encima, no tiene mar. Lo que decía, que Buenos Aires me ha gustado muchísimo más que Sampa, pero tengo que reconocer que ya estaba ficando con saudades do Brasil e de falar português. A pesar de lo feo y de lo hortera, a pesar de todo. Tantísimo lo echaba de menos, que le dí al pobre taxista un auténtico speech sobre mi vida en dicho idioma y me dí un paseo por Paulista nada más llegar.

El mismo domingo Geevitha llegó de Francia y la recibimos con una copiosa cena en mi casa. Y Marc no ha podido coger el avión de vuelta a Brasil por culpa de la nube de humo causada por un volcán chileno (yo volví un día antes), así que va a pasarse 35 fantásticas horas metido en un autobús. Lo compadezco. Espero que vosotros también.

Suficiente, otro día os cuento más.

viernes, 14 de enero de 2011

Clase de geografía

Como dije en una de las entradas anteriores, Sao Paulo no tiene playa y en invierno hace frío. Dejé caer que tenía clima Sub-tropical, lo que nos lleva a pensar que está por debajo del ecuador, porque si fuera por encima no tendría clima sub-tropical, y al contrario de lo que nos dicta la lógica, ni siquiera supra-tropical, sino templado. Así que descubramos dónde narices queda esta ciudad. Sao Paulo está a 444 km de Río, a 8787 km de Barcelona, 7685 km de Nueva York, 8188km de Toronto, 10585km de Estambul, 15981km de Singapur, 13377km de Sydney, a 1696 km de Buenos Aires, a 250€ de Santiago de Chile y a 145€ de Montevideo. En el mapamundi de mi hermana, los 444km entre Río y Sao Paulo son unos 2 dedos y a Montevideo hay 5 bien juntitos, calculad los dedos que hay entre mi ciudad de acogida y las demás.
Queda más bien al sur del país y aunque repito que no tiene playa, está relativamente cerca de la costa. Dado que ahora es verano allí, voy a ponerme morenita mientras la mayoría de vosotros se pudre en el invierno europeo. Qué ilusión. Dentro mapa:  

Ver Lugares que tengo intención de visitar en un mapa más grande

Y lo que viene no es geografía pero es curioso. El gentilicio de Sao Paulo es paulista, que no saopaulero o saopaulés o algo así.


Ya basta. Mañana, más.

domingo, 9 de enero de 2011

Documentarse es importante: Sao Paulo y otros asuntos

Sao Paulo es la metrópolis más grande de América del Sur y el principal centro financiero del país. Según mi prometido, Mr.Google-que-todo-lo-sabe, la ciudad tiene unos 18 millones de habitantes. Algo así como 9 veces Barcelona; se me desencaja la mandíbula solo pensarlo. De verdad espero que toda esta gente esté bien repartida por el territorio. Odio las multitudes, me sacan de quicio. Parece que siempre andas a contracorriente y es entonces cuando empiezo a resoplar y me entran sudores fríos. Quizás es porque crecí en el campo entre maíz, gallinas y pavos reales (sé que os da envidia porque fue una infancia de película y sí, en mi jardín había –hay- pavos reales). Al tema: Se ve que el transporte público no es su fuerte, que el metro es pequeño comparado con la ciudad y a pesar de todo es el mejor del continente. Lo usan 3,3 millones de personas diariamente. Pero seamos sinceros, allí abajo no tienen economías especialmente boyantes (aunque en Brasil apuntan maneras) que puedan permitirse modernísimos sistemas de transporte público a la europea. Bah, en realidad el metro de Barcelona es más bien una mierda, así que no me voy a quejar más del de Sao Paulo, fundamentalmente porque todavía no lo he visto.  
No sé donde leí o escuché que hay unos 25 asesinatos diarios en la ciudad. ¡Fiesta! Lo cierto es que poder ser asesinada de un tirotazo en la sien añade emoción al asunto. De algo hay que morir oye, y mejor ahora que no tengo hijos que mantener, ni marido que me eche de menos, ni hipoteca que pagar... ni obligaciones serias que cumplir así en general. No, no me quiero morir en Sao Paulo -de hecho, es posible aunque no probable- pero si ocurriera… enterradme en San Miguel (el lugar donde crecí), sin ataúd si puede ser. Y si no puede ser, pues le decís a la administración que se lo metan por el culo y me enterráis sin ataúd igualmente. Mi cadáver habrá viajado desde Brasil hasta España y tendrá que aguantar vuestra lucha contra la burocracia, así que cuando llegue el momento de hacer algo con mi cuerpo ya estaré a medio podrir y seguro que a quien sea que se dedique a meter los cuerpos en los ataúdes le dará asco hacer lo mismo con el mío, lo cual será fantástico, porque tendréis una excusa para enterrarme sin él. Ups, que tono tan macabro está tomando esto. No quiero que nadie que haya perdido a alguien cercano últimamente lo tome como una burla, es sencillamente lo que quiero que hagan con mis despojos en caso de que me pase algo en la otra mitad de la tierra. Además, hablar abiertamente de la muerte es sano. Caga hasta el rey. Nos vamos a morir todos, quiero decir.
Sigamos con Sao Paulo. Curiosidades: Fue fundada como misión jesuítica. Posee la mayor flota de helicópteros del mundo después de Nueva York. También es la tercera ciudad con más rascacielos, después de Hong Kong y Nueva York (¿Os habéis fijado? Los pobres siempre van después de Nueva York, me pregunto si eso habrá influido de algún modo en la personalidad de sus gentes). Tienen caimanes albinos en el acuario. Se producen 17.000 taquitos de sushi por hora. Es donde se encuentran las mayores colonias japonesa, italiana, española y portuguesa fuera de los países a los que corresponden dichos gentilicios. Tienen el mayor templo budista de América latina. La mayor biblioteca cuenta con 150mil libros, toda una fuente de sabiduría –me va a venir al pelo para aprender el idioma. El 60% de los millonarios brasileños viven en Sao Paulo (a ver si consigo casarme con uno). Sólo el 0,5% de la población es amerindia, es toda una ciudad colona, porque el 70% son blancos. Señores, Sao Paulo NO tiene playa, una auténtica desgracia. Pero lo mejor es que Sao Paulo MOLA, y mucho.
Tiene muchos teatros y una orquestra sinfónica fantástica. Me muero de ganas de ir a ver lo que sea al teatro municipal. Yo diría que se parece ligeramente al teatro real de Madrid. Aquí os dejo una foto, mirad qué preciosidad:


Y ahora, datos desconsoladores: A pesar de que se conocen más las Favelas de Río (probablemente por la película Cidade de deus), en Sao Paulo hay más de 2 millones de personas vivendo en favelas, frente al casi millón y medio de Río de Janeiro. En el término municipal de Sao Paulo hay unas 615. Supongo que ya lo sabréis, pero por si a alguno se le escapa... las favelas son aglomeraciones de viviendas informales y precarias que nacen entorno a las ciudades grandes de Brasil. Es lo que nosotros conocemos como barriadas, los anglosajones denominan Slums, el resto de América las llama Pueblo Joven o Villa Miseria (no puedo evitar que este último me resulte divertido) y los indios se refieren a ellas como Bustees. Por lo visto el documental Favela Rising  las retrata bastante bien. No lo he visto, así que esto no es una recomendación.
Vamos a cosas menos funestas: al contrario de lo que muchos creéis, allí no hace calor todo el año. Sao Paulo tiene un clima SUB-tropical, que no tropical chicos. La temperatura media anual es de 19ºC y en julio no van en bikini porque es invierno. No es invierno de abrigo de piel de oso polar y manoplas de plumas de pingüino imperial, pero sí de chaquetita de lana, ¿nos entendemos? En 1918 nevó, ¿Quién sabe si podría repetirse?
Otra cosa graciosa: resulta que los brasileños andan debatiendo si la felicidad es un derecho constitucional. Se plantean estas cosas porque según no-se-qué publicación son una de las naciones más felices del mundo, así que supongo que quieren institucionalizar su genuina singularidad. Nosotros no lo hacemos porque no lo somos -los más felices del mundo, digo. Sencillo.
El portugués: me resulta difícil decir que en Brasil hablan portugués y no brasileño. No es que no entienda el concepto, es que mi cerebro me engaña. Por la misma regla de tres, en Bolivia deberían hablar boliviano, en Panamá panameño y en Argentina argentino, sin embargo no me cuesta decir que ellos hablan español. ¿Será que estoy poseída por el espíritu de un colono de la península? Ah, y es increíblemente fácil de leer. Qué pena que no pase lo mismo con el habla. “Sur” es “sul” en portugués, por algún motivo me hace mucha gracia.
Aquí os dejo las coordenadas de Sao Paulo, por si alguien quiere enviar un misil o buscar la ciudad en Google Maps: 23°32′56″S 46°38′19″O.
Ya basta. Otro día más.