sábado, 19 de febrero de 2011

El día en que casi muero.

Hoy he ido con Geevitha, mi nueva amiga francesa de origen esrilanqués a un mercadillo de antigüedades en Vila Madalena, el barrio moderniki de Sao Paulo. Pero el tema de la entrada no es el mercadillo, que molaba mucho, sino la aventura que ha sido llegar hasta allí. En metro hasta Vila Madalena todo normal, pero cuando hemos salido de la estación no sabíamos a dónde teníamos que dirigirnos, así que como todo hijo de vecino, hemos decidido preguntar. Un señor de unos 60 años en un coche con una señora de uno 90 en el asiento de copiloto se ha ofrecido a llevarnos, y ha insistido tanto que no hemos podido decir que no. Cuál ha sido nuestra sorpresa cuando, una vez dentro del coche, ha sacado una petaca de vodka de la guantera y se ha metido de un lingotazo media botella entre pecho y espalda. Podéis imaginar la conducción. Pero es que la historia no acaba aquí, porque el señor no nos ha llevado directas al mercadillo, sino que hemos parado primero en su casa, donde nos ha dado de beber, nos ha presentado a sus padres, sus hijos y hasta a las criadas y al perro, nos ha enseñado los libros que ha escrito, todos los cuadros de su casa… las dos estábamos convencidas de que había algo en la bebida y que iba a quitarnos los hígados o algo así, pero resulta que aquí son de naturaleza amable. Mejor no andar fiándose de los desconocidos, de cualquier modo. Don't do this at home. Luego, después de otro trago, nos ha llevado al mercadillo. He perdido la cuenta de las veces que casi chocamos o atropellamos a alguien.
El mundo casi se queda sin Isabel. Pero ha sido divertido, para qué nos vamos a engañar. 

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