Escuchad a Delafé mientras me leéis.
Hoy he comprado mi billete de vuelta a España. Así como comprar el de ida fue una descarga de adrenalina, diría que comprar el de vuelta me ha descompensado el litio. Tengo depresión. Jesusito de mi vida, mi reacción ha sido de lo más somática. Cuando he visto el botoncillo de “confirmar compra” me ha entrado dolor de barriga. El corazón se me ha hecho un nudo y el estómago se me ha encogido. O al revés. Y cuando al fin, he clicado sobre él (el botón, digo), me ha entrado el mareo. No exagero. Aún tengo ganas de vomitar. Por cierto, llego a Barcelona el día 28 de junio, preparaos.
Hoy he comprado mi billete de vuelta a España. Así como comprar el de ida fue una descarga de adrenalina, diría que comprar el de vuelta me ha descompensado el litio. Tengo depresión. Jesusito de mi vida, mi reacción ha sido de lo más somática. Cuando he visto el botoncillo de “confirmar compra” me ha entrado dolor de barriga. El corazón se me ha hecho un nudo y el estómago se me ha encogido. O al revés. Y cuando al fin, he clicado sobre él (el botón, digo), me ha entrado el mareo. No exagero. Aún tengo ganas de vomitar. Por cierto, llego a Barcelona el día 28 de junio, preparaos.
A ver, pensándolo fríamente aún me quedan aquí 6 semanas y tal… I should cross the bridge when I get there, que dicen los anglosajones. Estoy planteándome volver para hacer las prácticas aquí, imaginaos lo poco que me gusta tener que irme.
No es que no quiera volver, porque, en realidad, me muero de ganas de veros a todos, de comerme un wok en la Plaza del rey con Gaby, Gerard, Kike, Jaime y Alba, de tomar un vino con Inma y Ale, de que la primera me analice y la segunda me achuche, de copear en casa de Alessia con todas las niñas y luego ir a Costa, de reírme con Aurora y Nuria, de tener conversaciones graciosas y salás con las Beas, de bailar en Apolo, de que la Gu se encalle en una sola locución y que Mili y Kike se rían mucho, de ver los frutales y el cereal en San Miguel y las puestas de sol, de cocinar pasteles con mi hermana y despertarla saltando en su cama, de cenar chino con mis primas y preparar caipiroskas con mis primos, de escuchar Reggae con mi hermano y de ver en vivo y en directo su impresionante sonrisa y contar estrellas en la terraza de casa, de que mi padre me diga que le paso energía mientras me coge la mano, de ver a mi madre más preocupada por los animalillos que por mí o orgullosa de sí misma cuando hace muuuucho deporte o muuuucho pan y de que me coma a besitos y me haga cosquillas, de pasear y hablar con mis perros, de Mediterráneo, de tomar el sol en el barco, de buen pescado y marisco, de reírme con las ideas de bombero de Tristán y que se me enganche el entusiasmo de Jan, de un bocata de jamón en el Andreu y unas bravas en el Tomás, de hacer yoga con Elisa y Santi en el jardín del hospital de Lérida mientras soñamos teatro, de plantarles un besazo a Teixi, Albert y Mingot, de sentarme en un portal con Paula, de llamarle guapo a mi abuelo Raven y que se ría, de que mi abuela me haga mimitos en los brazos y de oírla tocar el piano, de oler a miel, jazmín y geranios en Alfages y cenar en la terraza, de hacer crucigramas con mi abuelo Martí, de ir al cine con Carmi, de comer comida de Erna los miércoles, de reunirme con Ciee, de perderme por el Borne o el Gótico con Zupan y hablar en alemán cuando nos montamos en Kennedy y de ver a sus fantásticos padres, de escuchar "Las de la intuición" con el Rupman -cerveza en mano- y me hable de las patatas podridas, de organizar una esquiada con los chicos, de comer pastel de queso y batido de chocolate en la Tarterie de Arties, de hacer excursiones en el Valle de Aran y jugar con Cris a coger renacuajos al lado de casa, de tomar un café con Ángela y Marina, de decir “¡Barcelona, qué guapa eres!” cuando la veo desde la Rabassada volviendo de Sant Cugat, de darle a ESADE una visitilla fugaz, de ver como cosechan alfalfa, de cazar conejos con las manos o con halcón, de pasear en Jeep, de ver ciervos y otros bichos, de hacer kayak en el pantano, de pescar cangrejos, de comer helado de limón en el paseo marítimo, de ir en bici, hasta tengo ganas de discutir con Juan (Galiardo) …y de otras tantas cosas.
Lo cierto es que si pudiera hacer todo eso en una sola semana…para cargar pilas…y volver a Brasil…sería genial. Todos me alegráis los días, pero esta etapa de mi vida está siendo divertidísima, y el hecho de que se esté agotando me no produce nada más que TERROR. 6 meses es muy poco, mejor serían un par de años. Y necesito que inventéis la tele transportación. Queridos, ya sabéis, ¡a trabajar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario