Aviso para navegantes: Lo que sigue es una pijada, quedáis informados.
Papá y mamá (si esto no fuera una pijada de entrada quizás me referiría a ellos como “mis padres”) han venido a visitarme. En realidad han venido papá, mamá, mis hermanos, mi tía Carmina y mi prima Alejandra. Éramos 7: el número de enanitos de Blancanieves, de notas musicales, de hijos de la familia Trap en Sonrisas y Lágrimas, días de la semana y todas esas cosas que también son 7. Y ya se sabe, los grupos de 7 no duermen precisamente en albergues. Va, que empiezo. Espero que os dé una envidia colosal.
Primera etapa: Fortaleza-Guajiru-Jericoacoara
Brasil no tiene ley. No la tiene y ya. Acompañados de Paulo, un brasileño la mar de majo (como todo brasileño que se precie), recorrimos en 3 días unos 400 km de playas (inimaginable hacer lo mismo en España) en un defender como el de San Miguel, sólo que capotado. Kilómetros y kilómetros de playa sin fin. Arenas blanquísimas y agua azul oscuro, oscuro…y la vegetación llega casi hasta el agua. Precioso.
Adoro las hamacas, me he pasado los últimos 10 días tumbada en ellas. Tienen truco, que lo sepáis. Hay que colocarse en diagonal para que el cuerpo quede horizontal, de otro modo acabas con la espalda doblada, y eso no es buen asunto.
Guajiru es un pueblecito de pescadores en la costa que me tiene robado el corazón. Esa mañana, las niñas y yo nos despertamos a las 6 y fuimos a pasear por la playa. No es que me esté poniendo romanticona, pero os juro que el mar parecía un espejo. Cuando sea rica me compraré una casa allí. Dentro foto:
Ale y Xavi en Guajirú por la mañana
Jericoacoara es algo así como la meca del Kitesurf en Brasil, y diría que es un hotspot del Kite del mundo. Es un pueblecito chiquitín –aunque más grande que Guajiru- que bien podría ser la versión brasileña, colorida y pequeña de cualquier pueblo de la Costa Brava. Algo así como…pongamos Begur, solo que uno se desplaza en buggy y las calles no están asfaltadas (no me puse zapatos en 2 días, un gustazo). Vaya, que no tiene nada que ver con Begur, pero el espíritu veraniego es similar.
En el hotel en Jeri había sapos gigantísimos que comían bichos de una forma muy graciosa –que de hecho es la misma en la que comen todos los sapos del mundo… Con Xavi y papá cogíamos mariposillas, les sacábamos las alas y se las dábamos a los sapos. Que cruel queda esto ahora que lo veo escrito. Pero el sapo estaba muy contento.
También bebimos capeta, una bebida alcohólica típica de la zona que por llevar, lleva hasta Nescau, que es la versión sudamericana del Nesquik. Rebueno, de verdad. Parece que estés desayunando cuando en realidad es una bomba de relojería. Por cierto, capeta en portugués significa Satanás. Os dejo la receta por si alguien la quiere preparar:
-vodka (mucho)
-leche condensada
-leche condensada
-guaraná en polvo (difícil encontrarlo fuera de Brasil, pero nada es imposible)
-2 cucharadas de nesquik
-un poco de canela
-hielo
Mezclar en la trituradora hasta que tenga pinta de sorbete. A disfrutar, pero cuidadín, que parece liviano. Solo lo parece.
Y entre Guajirú y Jeri pasamos por un centro de recuperación de tortugas marinas, conducimos quads, buggys e hicimos algo parecido al snow por las dunas, nos bañamos en lagunas, etcétera.
Segunda etapa: Fernando de Noronha
Y entre Guajirú y Jeri pasamos por un centro de recuperación de tortugas marinas, conducimos quads, buggys e hicimos algo parecido al snow por las dunas, nos bañamos en lagunas, etcétera.
Segunda etapa: Fernando de Noronha
Fernando de Noronha es un archipiélago chiquitirrín en el atlántico. La isla más grande –y la única habitada, mide solo 5 km de largo. Está a unos 500km de la costa Brasileña y fue descubierta en los 1500s por Américo Vespucio, que creyó que había llegado al paraíso. Tienen que salir y entrar de la isla aproximadamente el mismo número de personas, para preservar el parque nacional marino. Para entrar en Noronha hay que pagar unos 15 euros diarios, la llamada tasa de preservación ambiental. Así que uno puede estar en playas alucinantes y no encontrarse a nadie. Esperad que repito….nadie. No hay cine, ni discotecas, ni siquiera algo que parezca un pueblo. Lo que sí hay es un fondo marino precioso, y como no, hicimos submarinismo. Morenas gigantes y verdísimas, tortugas, barracudas, peces de colorines, pulpos, langostas… molt maco. Y también hay muchos surfistas, por lo visto hospedaron en inicio del campeonato mundial de surf el mes pasado. Alquilamos un barco y pescamos y comimos barracuda. Estoy morenita, morenita. El marinero se ofreció a cuidarme muy bien si iba a vivir con él, pero tuve que rechazar la oferta…Noronha está bien para unos días pero vivir allí me volvería majara.Para que veáis:
Ale y yo en bahía do sancho, F.de Noronha
Pero como en todo, también hay parte negativa. A saber:
1.- Mis piernas están escondidas bajo un manto de picaduras de mosquito. Las tengo hasta en la planta de los pies. No sabía yo que fuera tan dulce.
2.- Me he quedado sin carnaval. Lo sé, lo sé. Estoy en Brasil, el carnaval aquí es épico blablabla… Pensando en positivo, así tengo una excusa para volver. Este país me está enamorando, volveré segurísimo.
Y ayer ví un colibrí y ya tengo piso pero está sin amueblar por el momento, pero os cuento en otra ocasión.
Otro día, más.
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