La comida en Brasil siempre es muy algo. Muy salada, muy dulce, muy grasa, muy aceitosa, muy caliente…Son un país de extremos en todos los sentidos, y la gastronomía no iba a ser menos, evidentemente. El café está malísimo y siempre, repito, SIEMPRE hierve. Así que cuidad vuestros paladares y lenguas si pedís café en este lugar. Es gracioso que hagan el café tan rematadamente mal siendo uno de los mayores productores de café del mundo. Y hay que ir con cuidado cuando uno pide café, porque si te descuidas te lo sirven ya con el azúcar. Y cuando le ponen azúcar…le ponen azúcar. Yo he visto volcar 4 cucharadas soperas colmadas de azúcar en una taza de cortado. Palabrita del niño Jesús. Y no hablemos de las tartas… uno se vuelve diabético de golpe sólo con un pedacito de pastel brasileño, que además…suelen ser de color rosa por motivos que no alcanzo a entender. Pero no todo es demasiado dulce en Brasil. También hacen cosas ricas. La farofa es una cosa MUY rica que hacen. Me encanta la farofa, me encanta. Es como un polvillo frito y seco no sé si de yuca (aquí le llaman mandioca) o de harina o de qué, pero la cuestión es que se le hecha farofa al arroz con frijoles.
farofa
El arroz y los frijoles son la base de la alimentación brasileña. Como me despiste volveré a casa con cara de frijol. Los comen cada día, sin excepción. Pero a mí me encantan, así que ya me va bien. Aquí los restaurantes de menú de mediodía donde come la gente en su break para el almuerzo no son de menú de mediodía, son a quilo. Uno coge un plato, se sirve lo que le apetece del buffet y luego le pesan la bandeja. Lo que todavía no sé es si la báscula tiene tara o pesan también el plato… El buffet suele ser bastante variado. En realidad, hay como dos secciones: la de comida ligera y la de comida pesada. La comida ligera es básicamente ensalada (creo que no conocen las verduras cocidas ni el pescado aún) y fruta -hay que servirse el postre en el mismo plato- y la comida pesada es muy, muy pesada. Pasta con cantidades ingentes de salsas que no sé que son pero tienen pinta de ser de difícil digestión, carnes varias con legumbres, lasañas… como os digo…auténticas bombas calóricas. Y croquetas de plátano. Seguro que me gustarían si el plátano no me diera arcadas. Lo estoy pintando un poco catastrófico, pero a mí me encantan la farofa, el arroz y los frijoles. De hecho, me encantan los miércoles porque es el día nacional de la feijoada. Todo Brasil come lo mismo los miércoles. La feijoada es básicamente un puchero de frijoles negros y carne de cerdo que se come con arroz y farofa. Mi día favorito gastronómicamente hablando es el mércoles, repito. Me levanto con una sonrisa solo pensar que hay feijoada en todas partes. Y los zumos, otra cosa riquísima de Brasil…el de papaya y piña me vuelve loca, probadlo, increíble. No, no lo probéis, que la fruta tropical en Europa sabe a plástico. La papaya se llama “mamão” – léase mamau- en portugués, y la piña “abacaxi”…me encantan los nombres de las fruta en este idioma. Mamão, abacaxi, melancia (¿a que suena a melancolía? Pues es sandía), manga, melão, maçã… ¡ai qué dulce suena todo!
El tema alimentación en casa es otro tema. Sólo hace 4 días que estoy instalada, y ayer fue la primera vez que comí en el piso. Pero ah! Sorpresa! Al abrir la nevera –que ya está arreglada o eso es lo que yo creía- resulta que no sólo enfría sino que congela. Así que desayuné sorbete de leche con cereales y a mediodía carne y ensalada de zanahoria (“cenoura”) congelada. Suerte que la compré ya rallada, porque pelar y cortar cenouras congeladas no suena fácil. También están congelados los huevos. Tengo que informarme, a ver si siguen siendo buenos una vez descongelados o tengo que tirarlos. La perspectiva de agarrar salmonelosis no me parece especialmente atractiva. Y se me ha podrido el abacaxi, pero es que quedaba tan bonito en el frutero que me daba pena comerlo… Por si alguien lo dudaba, la comida en mi cocina es muy, muy sana. Y ya tengo una lista de ensaladitas y pescados que cocinar. No tengo horno, así que ni macarrones, ni recetas elaboradas de pollo ni nada de eso.
Llueve como de costumbre, pero es un buen día, señores.
Otro día os cuento más.