martes, 22 de marzo de 2011

Así en resumen...

Hace bastante que no escribo nada, he estado ocupada viviendo la vida loca. Así en resumen…
1.- Estoy entrenando a vóley con el equipo de la uni (que son muy, pero que muy, muy buenas…como se esperaría de un equipo brasileño) y después del primer entrenamiento me dolían hasta los dedos de los pies. Ahora llevo tres y ya tengo el cuerpo acostumbrado. Y los brazos más duros que una barra de acero.
2.- Este finde me ha visitado Rafa, un amigo que está trabajando en un proyecto cerquita de São Paulo y tengo que decir que nos lo hemos pasado bomba. Me lo llevé de fiesta el viernes y a un bar la mar de auténtico en Vila Madalena con música en directo el sábado, una pena que durante el día lloviera, porque no vio la ciudad. No hay como tener amigos fantásticos...
3.- Estuve en una casa suuuuper chula en la que todo gira en torno al arte. Las paredes son de colores o están pintadas con dibujos, dan conciertos, se juntan para escribir… 5 personas viven allí de manera regular y  usan las habitaciones que les sobran como hostal…muy bohemio, así en general.
4.-Casi muero ahogada en la entrada de una fiesta universitaria (a la que fui con Rafa entre otros), de la cantidad de gente que había. Gracias al cielo que un amigo se puso a dar codazos a mi alrededor, de no ser por él me tendríais esta semana en España. En ataúd. Ese mismo día había fiesta de disfraces en mi uni, y la gente ALQUILA los disfraces, os podéis imaginar lo serio del asunto. Sabiamente decidí revender mi entrada (me había costado 60 R$, más lo que me hubiera gastado en disfraz) e ir al velódromo de la USP, donde las bebidas eran baratas y la música buena.
4.- Se me han caído las chanclas por la ventana. 
5.- Cociné tortilla de patata hace dos días. Está mal que lo diga, pero estaba para chuparse los dedos.
6.- Juan ha vuelto de Chile y estoy muy contenta porque vivir sola es aburrido.
7.- Aún no tenemos sofá, vamos a acabar con Walter.
8.- Acabo de hacer crema de calabacín y está para morirse.

domingo, 13 de marzo de 2011

Comer en Brasil

La comida en Brasil siempre es muy algo. Muy salada, muy dulce, muy grasa, muy aceitosa, muy caliente…Son un país de extremos en todos los sentidos, y la gastronomía no iba a ser menos, evidentemente. El café está malísimo y siempre, repito, SIEMPRE hierve. Así que cuidad vuestros paladares y lenguas si pedís café en este lugar. Es gracioso que hagan el café tan rematadamente mal siendo uno de los mayores productores de café del mundo. Y  hay que ir con cuidado cuando uno pide café, porque si te descuidas te lo sirven ya con el azúcar. Y cuando le ponen azúcar…le ponen azúcar. Yo he visto volcar 4 cucharadas soperas colmadas de azúcar en una taza de cortado. Palabrita del niño Jesús. Y no hablemos de las tartas… uno se vuelve diabético de golpe sólo con un pedacito de pastel brasileño, que además…suelen ser de color rosa por motivos que no alcanzo a entender. Pero no todo es demasiado dulce en Brasil. También hacen cosas ricas. La farofa es una cosa MUY rica que hacen. Me encanta la farofa, me encanta. Es como un polvillo frito y seco no sé si de yuca (aquí le llaman mandioca) o de harina o de qué, pero la cuestión es que se le hecha farofa al arroz con frijoles. 
farofa
El arroz y los frijoles son la base de la alimentación brasileña. Como me despiste volveré a casa con cara de frijol. Los comen cada día, sin excepción. Pero a mí me encantan, así que ya me va bien. Aquí los restaurantes de menú de mediodía donde come la gente en su break para el almuerzo no son de menú de mediodía, son a quilo. Uno coge un plato, se sirve lo que le apetece del buffet y luego le pesan la bandeja. Lo que todavía no sé es si la báscula tiene tara o pesan también el plato… El buffet suele ser bastante variado. En realidad, hay como dos secciones: la de comida ligera y la de comida pesada. La comida ligera es básicamente ensalada (creo que no conocen las verduras cocidas ni el pescado aún) y fruta -hay que servirse el postre en el mismo plato- y la comida pesada es muy, muy pesada. Pasta con cantidades ingentes de salsas que no sé que son pero tienen pinta de ser de difícil digestión, carnes varias con legumbres, lasañas… como os digo…auténticas bombas calóricas. Y croquetas de plátano. Seguro que me gustarían si el plátano no me diera arcadas. Lo estoy pintando un poco catastrófico, pero a mí me encantan la farofa, el arroz y los frijoles. De hecho, me encantan los miércoles porque es el día nacional de la feijoada. Todo Brasil come lo mismo los miércoles. La feijoada es básicamente un puchero de frijoles negros y carne de cerdo que se come con arroz y farofa. Mi día favorito gastronómicamente hablando es el mércoles, repito. Me levanto con una sonrisa solo pensar que hay feijoada en todas partes. Y los zumos, otra cosa riquísima de Brasil…el de papaya y piña me vuelve loca, probadlo, increíble. No, no lo probéis, que la fruta tropical en Europa sabe a plástico. La papaya se llama “mamão” – léase mamau- en portugués, y la piña “abacaxi”…me encantan los nombres de las fruta en este idioma. Mamão, abacaxi, melancia (¿a que suena a melancolía? Pues es sandía), manga, melão, maçã… ¡ai qué dulce suena todo!

El tema alimentación en casa es otro tema. Sólo hace 4 días que estoy instalada, y ayer fue la primera vez que comí en el piso. Pero ah! Sorpresa! Al abrir la nevera –que ya está arreglada o eso es lo que yo creía- resulta que no sólo enfría sino que congela. Así que desayuné sorbete de leche con cereales y a mediodía carne y ensalada de zanahoria (“cenoura”) congelada. Suerte que la compré ya rallada, porque pelar y cortar cenouras congeladas no suena fácil. También están congelados los huevos. Tengo que informarme, a ver si siguen siendo buenos una vez descongelados o tengo que tirarlos. La perspectiva de agarrar salmonelosis no me parece especialmente atractiva. Y se me ha podrido el abacaxi, pero es que quedaba tan bonito en el frutero que me daba pena comerlo… Por si alguien lo dudaba, la comida en mi cocina es muy, muy sana. Y ya tengo una lista de ensaladitas y pescados que cocinar. No tengo horno, así que ni macarrones, ni recetas elaboradas de pollo ni nada de eso.

Llueve como de costumbre, pero es un buen día, señores.

Otro día os cuento más.

viernes, 11 de marzo de 2011

Estoy instalada

Al fin, después de un mes, estoy instalada. En realidad nos lo dieron el 28 de febrero, pero como estaba de viaje…eso. Por el momento no tenemos sofá ni conexión a internet y la nevera no funciona, pero tengo una cama enoooorme. Y ya se sabe…esto es Brasil y las cosas en palacio…van despacio. Ya he llamado al agente inmobiliario (un japonesillo de nombre Walter) pegándole un poco la bronca y ha prometido arreglarlo el lunes. Juan se ha ido a Chile, así que tengo el piso para mi solita. Lo que significa que tengo que convertirlo en un hogar yo solita también. Ayer fui a comprar básicos: arroz, pasta, salsa de tomate, bayetas, sábanas, jabones…y el supermercado está a 5 manzanas de mi casa. Cuando vas está en bajada pero cuando vuelves…ni en San Francisco están tan empinadas las calles. Así que verme era todo un show, una almohada y una bolsa llena de fruta en una mano, otras 3 en la otra, y los jabones en el bolso. Cuando llegué a casa mis manos estaban azules, y no estoy exagerando. Creo que me voy a comprar un carrito para ir a hacer la compra. En realidad tengo un súper en la misma manzana, pero es 3 veces más caro.

Mención aparte merece el tamaño de los productos: es todo enano. El bote de jabón familiar es más pequeño que el que compraría campanilla para su prole. En España el bote de jabón familiar es familiar de verdad, litro y medio de gel. Aquí son 300 ml. En tres días te lo has ventilado y vuelta al supermercado, un suplicio. Cuánto saben estos de Gran Consumo de cómo exprimir los bolsillos de la gente de a pie... Sao Paulo es carisísimo. Si bien es cierto que ahora el real está fuerte (hoy lo cambiaban a 2’15), comparado con el norte de Brasil, es caro también. El mismo bote de producto para el pelo cuesta el doble en Sao Paulo que en Fortaleza, :O.

Pero a lo que iba, que estoy instalada. Es un piso chiquitín de tres plantas, la distribución es más bien rara, pero mola. En la primera están la cocina y el salón…y un baño. En la segunda mi habitación con baño y en la última la de Juan, con baño también. Y una terraza donde cuelgo mi ropa a secar cuando no llueve. Todo unido por una escalera de caracol. Tenemos unas vistas muy bonitas sobre el parque de Triannon, que se ve que está lleno de yonquis por la noche. 

Las vistas desde mi balcón. Parque do Triannon

Lo que más me gusta son mis ventanas en el baño. Tengo dos ventanitas a la altura de los ojos desde donde veo el parque y edificios altos a lo lejos mientras me ducho. En mi habitación tengo un ventanal inmenso y por el momento no hay cortinas, pero creo que tengo a Walter trabajando en eso. Quizás lleguen cuando tenga que volver a Barcelona… sería gracioso. Mientras tanto creo que compraré tela negra y velcro.

Empecé a sentir que este lugar era mi hogar cuando puse la fruta en el frutero, los fruteros hacer hogar, sin duda. Piña, mango, papaya… el mío es un hogar tropical. Pero la fruta está en la cocina, y no la veo cuando me voy a dormir. Lo cierto es que mi habitación está un poco desangelada, quizás pinte un cuadro o algo así para cubrir un poco las paredes. Los cuadros también hacen hogar. Y las fotos. Tengo que poner fotos.


Y me encanta empezar las frases con conjunciones.


Creo que es suficiente por hoy. Otro día, más.

lunes, 7 de marzo de 2011

Viaje al Nordeste: 10 días en el paraíso y de cómo se me comieron los mosquitos.

Aviso para navegantes: Lo que sigue es una pijada, quedáis informados.

Papá y mamá (si esto no fuera una pijada de entrada quizás me referiría a ellos como “mis padres”) han venido a visitarme. En realidad han venido papá, mamá, mis hermanos, mi tía Carmina y mi prima Alejandra. Éramos 7: el número de enanitos de Blancanieves, de notas musicales, de hijos de la familia Trap en Sonrisas y Lágrimas, días de la semana y todas esas cosas que también son 7. Y ya se sabe, los grupos de 7 no duermen precisamente en albergues. Va, que empiezo. Espero que os dé una envidia colosal.

 
Primera etapa: Fortaleza-Guajiru-Jericoacoara
Brasil no tiene ley. No la tiene y ya. Acompañados de Paulo, un brasileño la mar de majo (como todo brasileño que se precie), recorrimos en 3 días unos 400 km de playas (inimaginable hacer lo mismo en España) en un defender como el de San Miguel, sólo que capotado. Kilómetros y kilómetros de playa sin fin. Arenas blanquísimas y agua azul oscuro, oscuro…y la vegetación llega casi hasta el agua. Precioso.
Adoro las hamacas, me he pasado los últimos 10 días tumbada en ellas. Tienen truco, que lo sepáis. Hay que colocarse en diagonal para que el cuerpo quede horizontal, de otro modo acabas con la espalda doblada, y eso no es buen asunto.
Guajiru es un pueblecito de pescadores en la costa que me tiene robado el corazón. Esa mañana, las niñas y yo nos despertamos a las 6 y fuimos a pasear por la playa. No es que me esté poniendo romanticona, pero os juro que el mar parecía un espejo. Cuando sea rica me compraré una casa allí. Dentro foto:

Ale y Xavi en Guajirú por la mañana

Jericoacoara es algo así como la meca del Kitesurf en Brasil, y diría que es un hotspot del Kite del mundo. Es un pueblecito chiquitín –aunque más grande que Guajiru- que bien podría ser la versión brasileña, colorida y pequeña de cualquier pueblo de la Costa Brava. Algo así como…pongamos Begur, solo que uno se desplaza en buggy y las calles no están asfaltadas (no me puse zapatos en 2 días, un gustazo). Vaya, que no tiene nada que ver con Begur, pero el espíritu veraniego es similar.
En el hotel en Jeri había sapos gigantísimos que comían bichos de una forma muy graciosa –que de hecho es la misma en la que comen todos los sapos del mundo… Con Xavi y papá cogíamos mariposillas, les sacábamos las alas y se las dábamos a los sapos. Que cruel queda esto ahora que lo veo escrito. Pero el sapo estaba muy contento.
También bebimos capeta, una bebida alcohólica típica de la zona que por llevar, lleva hasta Nescau, que es la versión sudamericana del Nesquik. Rebueno, de verdad. Parece que estés desayunando cuando en realidad es una bomba de relojería. Por cierto, capeta en portugués significa Satanás. Os dejo la receta por si alguien la quiere preparar:

-vodka (mucho)
-leche condensada
-guaraná en polvo (difícil encontrarlo fuera de Brasil, pero nada es imposible)
-2 cucharadas de nesquik
-un poco de canela
-hielo
Mezclar en la trituradora hasta que tenga pinta de sorbete. A disfrutar, pero cuidadín, que parece liviano. Solo lo parece.

Y entre Guajirú y Jeri pasamos por un centro de recuperación de tortugas marinas, conducimos quads, buggys e hicimos algo parecido al snow por las dunas, nos bañamos en lagunas, etcétera.

Segunda etapa: Fernando de Noronha
Fernando de Noronha es un archipiélago chiquitirrín en el atlántico. La isla más grande –y la única habitada, mide solo 5 km de largo. Está a unos 500km de la costa Brasileña y fue descubierta en los 1500s por Américo Vespucio, que creyó que había llegado al paraíso. Tienen que salir y entrar de la isla aproximadamente el mismo número de personas, para preservar el parque nacional marino. Para entrar en Noronha hay que pagar unos 15 euros diarios, la llamada tasa de preservación ambiental. Así que uno puede estar en playas alucinantes y no encontrarse a nadie. Esperad que repito….nadie. No hay cine, ni discotecas, ni siquiera algo que parezca un pueblo. Lo que sí hay es un fondo marino precioso, y como no, hicimos submarinismo. Morenas gigantes y verdísimas, tortugas, barracudas, peces de colorines, pulpos, langostas… molt maco. Y también hay muchos surfistas, por lo visto hospedaron en inicio del campeonato mundial de surf el mes pasado. Alquilamos un barco y pescamos y comimos barracuda. Estoy morenita, morenita. El marinero se ofreció a cuidarme muy bien si iba a vivir con él, pero tuve que rechazar la oferta…Noronha está bien para unos días pero vivir allí me volvería majara.Para que veáis:
Ale y yo en bahía do sancho, F.de Noronha

Pero como en todo, también hay parte negativa. A saber:
1.- Mis piernas están escondidas bajo un manto de picaduras de mosquito. Las tengo hasta en la planta de los pies. No sabía yo que fuera tan dulce.
2.- Me he quedado sin carnaval. Lo sé, lo sé. Estoy en Brasil, el carnaval aquí es épico blablabla… Pensando en positivo, así tengo una excusa para volver. Este país me está enamorando, volveré segurísimo.

Y ayer ví un colibrí y ya tengo piso pero está sin amueblar por el momento, pero os cuento en otra ocasión.

Otro día, más.