Como dije en el post anterior, vivo en Sittingbourne. Por el momento durante toda la semana, pero a partir de octubre, solo de martes a jueves. Es una casita unifamiliar típicamente inglesa: dos pisos, 4 habitaciones, moqueta y backyard. Muy English. Solo verla le entran a uno ganas de tomar un té con leche y galletitas. No entiendo qué tienen los europeos del norte con la moqueta, es una marranada. Además de un horror.
Vivo sola, y de mis compañeros de trabajo, solo Lesley, una señora de unos 50 años, vive en el mismo pueblo que yo. Pero solo son 3 días a la semana y yo soy muy independiente: Me gusta mucho estar sola y tranquila, tener tiempo para pasear, leer y ver películas, no tener que rendir cuentas a nadie sobre mis idas y venidas. Además, estoy en proceso de apuntarme a yoga y clases de portugués, pero antes debo solucionar mis problemas de pareja con el coche. Lo que sí me falta es un perro. A un perro no hay que darle explicaciones. Tengo tiempo para sacarlo a pasear los días que esté allí y jardín para que no se sienta demasiado encerrado el resto de la semana. Quería traerme a Nuca, la labrador que está en casa de mis padres en San Miguel, pero mi madre no quiere compartirla conmigo. Así que estaba planteándome muy seriamente adoptar un perrito de perrera… ¡hasta que ví que casi me sale más barato comprarme uno en una tienda convencional! Otra opción es hacer de “familia” de acogida (sería mono parental en este caso) mientras viva aquí, pero dado que solo estoy 3 días a la semana…habrá que ver si me dejan. Tengo visto un mastín gigantísimo al que han llamado Oscar y al que no cambiaría el nombre de adoptarlo, porque Oscar es un nombre genial para un perro. Quizás lo apellidaría Wilde. Que los animales de compañía tengan dos nombres me parece muy gracioso. Imaginadlo: “Oscar Wilde, seu”. Suena muy cuco. Debéis saber que los perros solo hablan catalán. Simón Bolívar también es divertido. “Simón Bolívar, dona’m la pota”. Está claro que solo los perros grandotes pueden llevar nombres así.
Otra cosa que me reconcome son las flores. Si fuera a quedarme aquí plantaría flores en el jardín, pero como solo voy a estar entre 3 y 4 meses, no vale la pena. Además, me dijeron que por lo visto este año va a nevar extremadamente pronto, así que si las plantara, se me morirían en un abrir y cerrar de ojos. Pero no puedo evitarlo, tengo una especie de necesidad urgente y primaria de plantar flores, como si mi vida dependiera de ello…y no es fácil mantenerla a ralla. Creo que si analizáramos el sentimiento en cuestión se podría concluir que tiene algo que ver con la naturaleza maternal de las mujeres, como cuando en la prehistoria las mujeres recolectaban bayas y cuidaban de los niños mientras los hombres salían a cazar. Del mismo modo, yo necesito plantar flores para hacer más agradable mi hogar para unos hijos que no tengo –y que no tengo intención de tener en el corto plazo- y alimentarlos con los frutos que esas plantas no van a dar.
Y finalmente, el tema decoración –de algún modo ligado con lo de las flores: Repito que solo voy a estar unos pocos meses, y la casa ya tiene el mobiliario y utensilios básicos. Lo que sí he comprado son sábanas y un par de tazas que, por si teníais alguna duda, son de los mas cursis y 5 o’clock tea time. Quiero decir que son de florecitas rosas. Y en ellas bebo leche con el Cola-cao que me ha traído mi padre este fin de semana, porque la vida sin Cola-cao es menos vida.
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